El periodista Lucas Pérez publica Otras 300 anécdotas taurinas (La Esfera de los Libros). Nacido en Madrid, en 1978, inició su carrera profesional en el portal Mundotoro, para después incorporarse al diario El Mundo, donde dedicó una década a la información taurina para después dar el salto a otras secciones. Es autor de Manzanares, heredero de leyenda (2012) y del best seller 300 anécdotas taurinas (2013), que ahora se ve continuado con un nuevo lanzamiento dedicado al mismo subgénero.
Como apunta Gerardo Cornejo en su descripción de la obra, «la anécdota taurina no es un chascarrillo, una bagatela ni mucho menos una frivolidad. La anécdota taurina va más allá del mero relato de un suceso gracioso, simpático o ingenioso, pues sirve para ilustrar, mostrar y hasta para demostrar. Ilustran con ella el conferenciante y el tertuliano a su auditorio. Muestra infinitas situaciones edificantes del mundo taurino. Y puede, también, acabar de zanjar una discusión de tendido, sentando cátedra y solventando, cuando está bien traída, la polémica generada en torno a una faena o a cualquiera de los eternos debates que ocupan al aficionado».
«Conocer de qué modo ganó su primer dinero Morante de la Puebla, que Roca Rey ha ejercido de monosabio; saber de la íntima amistad de Espartaco con el astro del balón Diego Armando Maradona o la historia del «anti» que se hizo taurino por amor, nos sirve para completar el indescifrable cuadro de una realidad tan rica y compleja como la de la tauromaquia. La anécdota es como el retrato instantáneo que se toma sin que los protagonistas se den cuenta, revelando un documento que habría permanecido ignorado. Eso explicaría que el colmenareño Lucas Pérez, apasionado de la fotografía, además de periodista y excelente aficionado a los toros, haya sido capaz de escribir un nuevo volumen de anécdotas taurinas, continuación de aquel otro que escribió hace unos años. Aquí van trescientas más, pues, como no escapará al atento lector, en la tierra del autor se tiene la buena costumbre de iniciar una serie para completarla», señala Cornejo.
LA GACETA se ha entrevistado con Lucas Pérez para saber más sobre su nuevo libro.
Vuelve a la carga ¡con otras 300 anécdotas!
Sí, evidentemente esto pone de manifiesto que el anterior libro ha mantenido su interés, se sigue vendiendo bien y precisamente por eso creo que tiene sentido hacer esta segunda entrega con otras trescientas anécdotas taurinas. Mi carrera profesional ya no está centrada en los toros, pero es una alegría poder escribir nuevamente de una pasión tan querida para mí y para mi familia.
El mundo del toro es fecundo en cuanto a historias y curiosidades, pero también abundan los secretos. ¿Cómo ha logrado «levantar el velo»?
En efecto, el mundo del toro está lleno de secretos. Hay muchas cosas que no se pueden contar porque los protagonistas prefieren que no trasciendan y eso hay que respetarlo, pero la labor del periodista es recabar todo aquello que sí puede salir a la luz y a eso me he dedicado. ¿Cómo se encuentra uno con esas historias tan curiosas? En esencia, mi propio periplo como aficionado me ha ayudado enormemente, puesto que muchas anécdotas surgen en tertulias con aficionados o profesionales, en charlas después de una corrida o de un tentadero, etcétera. Pero también las redes sociales empiezan a ser fuente de este tipo de información y sirven para conocer detalles curiosos, como por ejemplo el caso de una alguacililla que hizo el paseíllo sin caballo, circunstancia que he podido documentar para el libro gracias a que alguien lo publicó en internet y eso me ayudó a tirar del hilo e investigar lo sucedido.
¿Se mantiene el romanticismo propio del mundo del toro o los matadores de hoy son diferentes a los de antaño?
El toreo no es ajeno a los nuevos tiempos. Los toreros que ahora llevan el peso del escalafón pertenecen a su generación y, por lo tanto, tienen su propia forma de actuar. Como señala Vicente Zabala en su reseña del libro, resulta evidente que los toreros están ahora más tiempo en el móvil y menos en la taberna. ¿Se ha perdido, entonces, el romanticismo tan propio de la Fiesta? No del todo, pero sí se ve atenuado por los cambios propios de la época.
Cuenta usted una bella historia de Antonio Ferrera y un espontáneo.
En los años 70, Paquirri dejó torear a un espontáneo en la plaza de Algeciras y le pagó la correspondiente multa para que aquello no fuese a más. Es una anécdota bastante conocida, pero poca gente sabe que, décadas después, volvió a ocurrir algo parecido, pero esta vez con Antonio Ferrera de por medio. Su toro se había lesionado y, antes de la devolución, Ferrera dio la cara un espontáneo al que conocía personalmente. Era un chaval apasionado por los toros y el torero sabía que se jugaba la vida por las capeas, toreando en las calles de los pueblos. Sorprendentemente, el presidente accedió a la petición de Ferrera y el espontáneo procedió a lidiar al toro. La Guardia Civil hizo acto de presencia, pero Ferrera intervino y la cosa tampoco fue a más.
A Roca Rey lo vemos en las portadas de las revistas más glamourosas, pero en su libro nos lo encontramos ¡vestido de monosabio!
Así es, hace unos años Roca Rey toreó en Chota y, veinticuatro horas después, hizo el paseíllo vestido de monosabio. No avisó a nadie, pero claro, era imposible no fijarse en él. Algunas lenguas maliciosas quisieron especular sobre su supuesta voluntad de incomodar a los compañeros, cuando realmente lo único que buscaba con aquella sorpresa era tener la oportunidad de disfrutar y divertirse con los toreros de su país, que además son para él amigos muy cercanos, caso de Joaquín Galdós, que esa tarde se vestía de luces.
Gonzalo Caballero protagoniza no una sino muchas anécdotas de su libro.
Es un tío muy claro, cuando habla no tiene pelos en la lengua. Me contó con pelos y señales la negociación de su alternativa, que sin duda fue una conversación casi al límite. Gonzalo se había sentido mal tratado por la empresa de Madrid y, cuando le ofrecieron tomar la alternativa con apenas 24 horas de margen, terminó diciendo que sí, pero no sin poner todas sus demandas encima de la mesa. La anécdota con Toño Matilla en los corrales de la plaza es también muy divertida.
Cuenta que se lleva bien con Simón Casas pese a que rechazó públicamente un premio entregado por la empresa de Madrid en una gala en la que estaba presente el Rey Juan Carlos.
Sí, sin duda es un momento de esos que luego generan conversación durante años. De Simón también hablo en distintos pasajes, quizá lo más llamativo es lo que le pasó con el traje de su alternativa. El autodenominado productor no volvió a vestirse de luces tras su primera tarde como matador de toros y hoy tiene colgado aquel vestido en su casa. Solamente tiene en exhibición dos trajes: el de su alternativa y uno de Morante de la Puebla que se corresponde con la célebre faena en la plaza de Nimes en la que el cigarrero llegó a torear sentado en una silla.
Pero aquí la anécdota no está en el traje de Morante, tan recordado por esa icónica foto con la silla, sino en el vestido de Simón.
Sí, por lo visto la que entonces era su pareja estaba enfadada con él… ¡y arrojó el traje de luces al fondo del canal de Venecia! Simón tuvo que contratar a unos buceadores profesionales para recuperar el vestido. Luego le tocó restaurarlo y recomponerlo. Y ahora lo tiene en el salón de casa, claro.