«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

'El feminismo hoy es una pelea en términos bélicos contra el hombre'

El politólogo Agustín Laje, azote de la izquierda, asegura que le gustaría ver marchas LGTB y feministas ante la embajada de Irán, donde 300 homosexuales son condenados a muerte cada año.


El politólogo Agustín Laje se ha convertido en el azote del progresismo en Hispanoamérica a través de sus obras. La última es ‘El libro negro de la nueva izquierda’, escrita junto a Nicolás Marquez. En ella afirma que la ideología de género es «una revolución gradual y pasiva» que pretende «reconvertir la vieja izquierda oxidada».
A su juicio, la ideología de género, que se ha convertido en una «moda» bajo el «engaño» de que las ideas nuevas son verdaderas y buenas, y las ideas viejas son falsas y malas, y pone límites a la opinión y por consiguiente «límites a la hora de pensar», lleva simplemente la dialéctica de clases a otro terrero vendiéndolo con palabras «bonitas» como diversidad, inclusión, tolerancia o liberación.

En una entrevista concedida a La Contra TV, Laje declara que hoy predomina un tipo de feminismo radicalizado que es la contra cara del machismo. «Me gusta llamarlo hembrismo. No pelea en favor de la mujer sino que la deconstruye y dice que no existe. Es un feminismo sin mujer contra lo que se llama el régimen del patriarcado y que traslada el odio contra todo lo masculino (…) en él hay una guerra de sexos y una reivindicación en términos bélicos contra el hombre», dice.
En este sentido, manifiesta que en occidente la demanda de igualdad ante la ley entre hombres y mujeres ya se ha cumplimentado, al contrario que en Medio Oriente y en los países islámicos: «ahí el feminismo jamás pone sus ojos e incluso muchas veces lo apoya. Parece que hoy es más opresivo usar un bikini en una playa que un burka».
Finalmente, dice que le gustaría que «las marchas feministas en lugar de terminar en una iglesia católica tirando excrementos contra la paredes (…) acabaran ante una mezquita o ante la embajada de Irán, donde sabemos que al año mueren más de 300 homosexuales colgados en horcas o arrojados en los montes».

TEMAS |
.
Fondo newsletter