«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

El camino hacia el totalitarismo progre

Shutterstock

España es una nación “discutida y discutible”. Lo dijo Zapatero en 2004 y parecía otra de las bobadas colosales que su Gobierno soltaba cada día para regocijo de los columnistas de derechas, pero lo cierto es que no era una opinión, era una proclamación, o tal vez una amenaza. Hoy, el Consejo de Ministros es el lugar de España donde más discutida y discutible se ve la nación. Es sólo un síntoma más de la decadencia. 

László Bernát Veszprémy ha escrito sobre lo que los americanos pueden aprender de Hungría, sobre el riesgo de la decadencia, y es lo mismo que los españoles deberíamos considerar: “Lo que los estadounidenses aún no han visto es el momento histórico en el que se cuestiona la existencia misma de la nación y tiene lugar una lucha por la supervivencia de la nación”, señala en The American Conservative, “lo que aún les queda por experimentar es la ocupación por parte de potencias extranjeras, o dictaduras totalitarias que actúen a través de agentes internos y potencias externas. Entonces, la opresión no es sólo económica o política, sino total”. Desde la entrada de los comunistas en el Gobierno, no hay que meditar mucho para descubrir en qué punto de la decadencia se encuentra la España de Sánchez.

Hoy, el Consejo de Ministros es el lugar de España donde más discutida y discutible se ve la nación. Es sólo un síntoma más de la decadencia

Es un hecho universal que la izquierda acostumbra a equivocarse de enemigo. Biden, como Sánchez, antes de reconocer un error, está dispuesto a lo que sea. En este caso, está amenazando a las compañías petroleras para forzarlas a bajar los precios. Los editorialistas de National Review le sacan los colores: “Ninguna empresa en los Estados Unidos necesita trabajar con ninguna administración presidencial en nada si no quiere. Este sigue siendo un país libre y la lealtad a los políticos no es un requisito previo para hacer negocios”, advierte, “en segundo lugar, es triste que Biden no pueda superar una amenaza sin hacer una genuflexión ante su base ambientalista”, porque “el activismo ambientalista es una de las razones de la disminución de la capacidad de las refinerías en los EEUU”. 

El destino no es novedoso, lo único que los progresistas han hecho con respecto al siglo pasado es cambiar el recorrido

En la misma línea, un didáctico análisis de David Harsanyi en The Federalist explica el fracaso de la política verde de Alemania y el riesgo que corren las naciones que intenten seguir la misma línea fallida.

En el mismo diario Noelle Mering escribe un brillante ensayo para explicar a dónde conduce realmente la confusión que la izquierda está creando en las escuelas con sus desquiciadas y absurdas políticas de género. El destino no es novedoso, lo único que los progresistas han hecho con respecto al siglo pasado es cambiar el recorrido. “Cuando un niño aprende a no expresar las verdades simples que percibe”, señala, “pierde la confianza en su capacidad para discernir lo que es real, y la voluntad de pensar por sí mismo”. “Lo que reemplaza esa confianza”, concluye, “es la formación de un ciudadano modelo de un estado totalitario”. Dicho de otro modo: niños entregados a las oscuras voluntades de un Estado totalitario. Conviene recordárselo a la derecha cuando insiste en que esto solo son debates ideológicos que no interesan a los españoles.

Es un hecho universal que la izquierda acostumbra a equivocarse de enemigo. Biden, como Sánchez, antes de reconocer un error, está dispuesto a lo que sea

Por último, Timothy P. Carney analiza en Washington Examiner la importancia de que la Corte Suprema haya frenado la discriminación religiosa en las escuelas de Maine, y recuerda que a los progresistas, en realidad, no les preocupan los síntomas de intolerancia, sino determinadas intolerancias. En particular, la discriminación a los cristianos no solo no merece la menor atención por parte de la izquierda, sino que es algo por lo que luchan cada vez con mayor intensidad, quizá porque es el último muro de conciencia que les queda por derribar en la opinión pública. “Están utilizando explícitamente las escuelas públicas para promover su religión”, denuncia, “que se caracteriza en parte por su moralismo absolutista sobre el transexualismo y la primacía de la identidad racial”. 

Como señalaba Mering, una vez más, el objetivo de estas acciones no es lo que se ve en primer plano, no es un debate moral, el final del camino es que el Estado pueda controlar las mentes y conciencias a placer. En el siglo XX salió mal.

TEMAS |
.
Fondo newsletter