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Mentiras y miserias de Joe Biden

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Europa Press
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Europa Press

El discurso sobre el Estado de la Unión de Joe Biden ha estado plagado de mentiras, al igual que el pasado año. Algunas especialmente sangrantes. Tristan Justice y Jordan Bloyd han seleccionado las 15 más gordas para The Federalist, incluyendo la histórica «creación» de puestos de trabajo, la «bajada» de la inflación, culpar a la pandemia —y no a la retirada de financiación a la Policía— por la oleada de crímenes o, la más graciosa, «estoy aquí para ser el presidente de todos los estadounidenses», que es exactamente lo único que no ha pretendido desde que puso sus vacilantes pies en la Casa Blanca.  

En un artículo aparte, Tritan Justicie ahonda en The Federalist sobre otra parte del discurso: la ruidosa promoción de los coches eléctricos. El autor expone cinco razones por las que tal apuesta supone un despilfarro, comenzando porque se trata de una «ilusión verde»: «El proceso para fabricar vehículos eléctricos es tan tóxico para el medio ambiente» como los vehículos convencionales, afirma basándose en el profundo estudio realizado por John Murawski para RealClear, un largo informe que también deberían leer quienes están apostándolo todo al coche eléctrico desde la UE.

Además, Justice explica por qué los coches eléctricos «no son baratos», por qué «las ayudas para coches eléctricos son regalos para los ricos», cómo estos vehículos «son vulnerables a las cadenas de suministro globales», y cómo no es posible confiar en ellos, poniendo de ejemplo lo ocurrido en California durante la ola de calor del pasado verano, cuando los gobernantes pidieron a los usuarios de coches eléctricos que no cargaran sus baterías para evitar caídas en la red eléctrica.

Los editorialistas de National Review, tras escuchar la alocución del presidente, creen que vive en el país de la fantasía. Disfrazado «como un héroe», «sus logros legendarios esta vez incluyeron poner fin a la pandemia de Covid, reducir la inflación y el déficit, y unir al país». Aunque reconocen que Biden estuvo «astuto» al centrarse en cuestiones económicas y pasar de puntillas sobre la agenda ideológica de los demócratas, en la revista insisten en que debería poner los pies en el suelo: «Lo que más le falta a nuestra política es una sobria insistencia en la realidad».

Lo cierto es que, como señala Melissa Mackenzie en The American Spectator, los aduladores habituales «vitorearon a un presidente que arrastraba las palabras y que ha llevado la calamidad económica y la desesperación incluso a los lugares más inverosímiles». En una columna titulada El regreso a la miseria de los 70, la autora admite que «van a ser uno o dos años difíciles», y añade, «¿la parte más alocada? Que Joe Biden podría volver a ganar la presidencia», porque después de todo, en muchos votantes «la lealtad tribal supera la capacidad de llenar el tanque o comprar huevos»

«Para ser justos, el discurso de Biden estuvo bien escrito y razonablemente bien pronunciado», escribe por su parte Michael Goodwin en New York Post, «el único problema es que casi nada era cierto». En su artículo Biden amenaza con terminar lo que ha comenzado, pero ¿no ha hecho ya suficiente?, el autor señala que el presidente «quiere seis años más en la Oficina Oval, pero con los republicanos tomando la Cámara y ya iniciando investigaciones sobre la corrupción de la familia Biden, debería considerarse afortunado si logra terminar los próximos dos». «Si lo hace, probablemente le deba su supervivencia a la vicepresidenta Kamala Harris»; concluye: «Incluso los demócratas reconocen que es un fracaso, e impopular, por lo que eliminar a Biden a mitad de período podría ser aún más peligroso para la seguridad nacional». 

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