«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu

Una quiebra bancaria e ideológica

Silicon Valley Bank. Europa Press
Silicon Valley Bank. Europa Press

El pasado 10 de marzo se desplomó el Silicon Valley Bank en la que fue la segunda mayor quiebra bancaria de la historia financiera de Estados Unidos, y tuvo que ser rescatado, por más que desde la Administración Biden insisten en que no se trata de «un rescate». «El contribuyente no está pagando, pero los clientes bancarios de todo el país sí lo están», aclara Joe Popularis en The Federalist. Porque a fin de cuentas «se está utilizando un fondo de la FDIC que esencialmente grava a los bancos, incluido el banco pequeño de su ciudad natal».

De entre las polémicas que rodean a la quiebra de Silicon Valley Bank están las acusaciones de que no se dedicaba a las finanzas sino a la ideología. Tristan Justice lo demuestra en The Federalist: «El banco colapsado donó o se comprometió a donar casi 74 millones de dólares a grupos relacionados con el movimiento Black Lives Matter«. El banco estaba más pendiente de impulsar la agenda woke que de lo que tenía dentro de casa, así, «priorizó los estándares ambientales, sociales y de gobierno de Wall Street sobre su deber fiduciario para con los accionistas». «Dos meses después de que los disturbios cargados de racismo condujeran al estallido más destructivo de la agitación política estadounidense en más de un siglo», añade Justice, «el banco se unió al coro de empresas corporativas que promocionaban su compromiso con la llamada diversidad, equidad e inclusión«.

El informe de Silicon Valley Bank destacó el hecho de que el 67% de su fuerza laboral total cubría la casilla de «diversidad«. Los empleados considerados «diversos» incluían «cualquier mujer, cualquier persona de color, veterano o persona con discapacidad». A la hora de publicarse el informe al que alude The Federalist, «la mitad de los líderes sénior del banco y el 69% de los miembros de la junta cumplían con los criterios». Por supuesto, la promoción de ESG (Ambiental, Social, Gobernanza) incluía activismo climático, el banco comprometió un dineral también en «préstamos para apoyar los esfuerzos contra las emisiones hacia 2027».

Como en la izquierda cada vez todo está más mezclado, el ocio, el negocio, el activismo, y la ideología, no es de extrañar que fuera considerado uno de los bancos «más verdes» de Estados Unidos. Otorgó préstamos a más de 1.500 empresas tecnológicas para que desarrollaran proyectos de energía solar, hidrógeno y células de almacenamiento; SVB participaba en cerca del 62% de los acuerdos de financiación para proyectos comunitarios de energía solar. Por eso ahora uno de los sectores más afectados por la quiebra es el de la llamada energía verde, y hay cierta ansiedad entre los apóstoles del apocalipsis climático ante un horizonte inminente de frenazo de financiación.

Daniel J. Flynn también pone el acento en la mala dirección del banco en un artículo en The American Spectator: «Incluía tantos exfuncionarios de la administración de Obama como banqueros de inversión. Incluía tantos exmiembros de compañías de comedia como banqueros de inversión. Incluía tantos políticos del Partido Demócrata como banqueros de inversión». «Si bien los banqueros ocuparon el primer lugar en la junta, el criterio número uno giraba en torno a la donación de enormes sumas de dinero a causas y candidatos de izquierda«, denuncia.

Por su parte, el editorialista de National Review prefiere poner el acento en que «el fracaso de Silicon Valley Bank no debería haber sido una sorpresa para los ejecutivos financieros y los reguladores bancarios»: «Deberían haberlo visto venir, y el hecho de que no lo hayan hecho genera preocupaciones significativas sobre el aparato regulatorio posterior a 2008 que se suponía que evitaría este tipo de cosas».

La revista no comparte del todo la crítica de otras publicaciones conservadoras a la deriva woke de SVB, el editorialista considera que no está ahí la clave del desastre. «Nos oponemos a tales iniciativas y mantenemos la idea anticuada de que los bancos deben estar en el negocio de hacer dinero, no sirviendo a la moda del día en la política progresista. Pero SVB no es el único banco que realiza iniciativas ESG y de diversidad, y la FDIC no se hizo cargo de otros bancos que las implementan durante el fin de semana», zanjan.

Quizá lo justo es decir que los cuatro autores citados tienen razón. Todo se hizo mal en SVB.

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