La actual vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea para una Transición Limpia, Justa y Competitiva, Teresa Ribera, ha sido objeto de críticas esta semana por un aparente giro en su postura sobre la energía nuclear. Mientras que como ministra de Transición Ecológica del Gobierno español impulsó el cierre progresivo de las centrales nucleares en España, desde su nuevo cargo en Bruselas ha respaldado ayudas estatales para el desarrollo de esta misma tecnología en el resto de la Unión Europea.
Así se desprende del documento oficial titulado Marco de ayudas estatales para el pacto industrial limpio, que fue presentado esta semana en su versión definitiva durante la reunión del Colegio de Comisarios. En él, se abren las puertas a que los Estados miembro puedan conceder ayudas públicas para la construcción de nuevas centrales nucleares, así como para el desarrollo de pequeños reactores modulares (SMR), una opción tecnológica por la que apuestan numerosos países europeos.
En cambio, España es que el único país que sigue decidido a abandonar la energía nuclear, manteniendo vigente su calendario de cierre nuclear, pese a que gran parte del continente apuesta por reforzar esta fuente como parte de su transición energética. Durante su etapa como ministra, Ribera calificó reiteradamente la nuclear como una energía «ni verde ni sostenible» y fue una de sus principales detractoras dentro del Consejo de Ministros.