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EDITORIAL
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27 de enero de 2022

Chávez también empezó cerrando radios

El presidente comunista peruano, Pedro Castillo, enemigo de la libertad de prensa (El Comercio / Zumapress vía EP)

La decisión de las autoridades comunistas peruanas de cortar la señal de la cadena de radio opositora PBO es un ataque directo a la libertad de prensa. Uno más. Nada sorprendente en un Gobierno como el de Pedro Castillo que sigue al pie de la letra, corrupciones incluidas, el manual de instrucciones del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla. Prensa, judicatura y fuerzas armadas son siempre los objetivos directos e inmediatos de los gobiernos castrochavistas que se valen de cualquier artimaña seudolegal para suspender las concesiones administrativas y perseguir a las empresas editoras y a sus periodistas que en su compromiso con la verdad, no pueden sino enfrentarse a la izquierda bolivariana.

En Venezuela, y esto es rigor histórico, el chavismo también comenzó suspendiendo la concesión administrativa de una cadena de radio por supuestas irregularidades. Apenas un lustro después, ya no quedaba en Venezuela un solo grupo mediático de oposición al edecán de Fidel Castro. Tiéntense la ropa nuestros colegas peruanos ante lo que se avecina y no piensen, periodistas grandes y pequeños, que esto a ellos no les pasará. Por donde pasa el socialismo del siglo XXI, no vuelve a crecer la libertad de prensa.

Es cierto que hay otros métodos, no tan explícitos, pero que sirven bien a los intereses de control de la comunicación por parte de la izquierda, En España los conocemos bien. Una lista no exhaustiva sería la siguiente: nuevas concesiones de canales en nombre de una supuesta pluralidad informativa pero que sólo favorece a un lado del espectro ideológico, antenicidios consentidos por el Gobierno, persecución fiscal de los canales de oposición, derroche de subvenciones a los aliados, influencia gubernamental para que los bancos refinancien de la deuda de determinados grupos mediáticos, reformas legales y fusiones forzadas para favorecer a canales quebrados, creación de consejos audiovisuales autonómicos con capacidad sancionadora, duopolios mediáticos, control de los audiencias, concentraciones del mercado publicitario, vetos a periodistas críticos con la izquierda en televisiones públicas, retiradas de acreditaciones…

En lo moral, nada distingue el asalto y cierre de una cadena de radio peruana de la gigantesca maquinaria de ingeniería social puesta en marcha por la izquierda española desde los años 90. Por desgracia, esa gigantesca operación de control del mensaje y de los mensajeros ha sido siempre consentida por el Partido Popular.

Insistimos: nada distingue en lo moral al cierre de la cadena PBO ordenada por los siervos de Pedro ‘sombrero luminoso’ Castillo de lo que fue la política de medios de Zapatero, hoy figura de referencia del Grupo de Puebla. Como tampoco se distingue de la política de subvenciones de Pedro Sánchez, que acaba de colocar a su ex portavoz parlamentaria en la misma sucursal social del Foro de Sao Paulo.

Si quieren conocer a los medios españoles adiestrados por esta izquierda, sólo tienen que ver cuáles no les han informado del cierre de la radio peruana PBO o cuáles la han disculpado. Esos son los traidores —bien pagados— a la causa de la libertad de prensa en toda la Iberosfera. Una pista: suelen tener verificadores de la información en las redes.

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