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EDITORIAL
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15 de febrero de 2023

Contra electoralismo, sensatez

El vicepresidente de Vox y candidato a la Alcaldía de Madrid, Javier Ortega Smith, defendió la modificación de la Ley de Régimen Electoral General para incluir como inelegibles a los prófugos de la Justicia (C. Luján / EP)

En las últimas horas, el Grupo Parlamentario de Vox en el Congreso ha presentado tres iniciativas. Una para impedir que un prófugo de la Justicia pueda ser candidato en las elecciones, otra para que se apruebe una consulta a los españoles sobre la política de fronteras en lo que se refiere a la entrada de ilegales islamistas; y la última en la línea del ya famoso ofrecimiento de la escucha del latido fetal y al ecografía 4D a las embarazadas.

Tres proposiciones sensatas basadas en el conocimiento concreto de tres de los grandes problemas que afligen a España: el separatismo, la islamización y la crisis demográfica, y que aplaudiríamos igual si las hubiera presentado Agamenón o su Podemos.

Sin embargo, una parte de la prensa adicta a la tiranía del consenso artificial, en vez de atender a la sensatez de las propuestas y a la necesidad de que haya por fin un debate libre y completo dentro de las Cortes y fuera de ellas sobre estos asuntos de extraordinaria importancia para la defensa de España, ha sentenciado sin posibilidad de recurso que las iniciativas de Vox tienen el único objetivo de poner al Partido Popular en aprietos, descontando desde el primer minuto la posibilidad de que los populares puedan apoyar alguna o todas las proposiciones.

Es cierto que por insensatez o por el afán expresado en voz alta de llegar en el futuro a alguna concurrencia con el Partido Socialista, no apostaríamos ni la calderilla a que alguna de estas proposiciones de Vox cuente con el voto favorable de los diputados del Grupo Popular. Pero no es menos cierto que no debemos seguir hiriendo la confianza de los españoles con ese pensamiento pacato de que todo es electoralismo cuando deberíamos exigir que nada lo sea.

Todo aquel que conoce las propuestas de Vox puede dar fe de que el partido de Santiago Abascal no ha modificado a lo largo de estos años ni uno solo de sus cimientos ni ha puesto límites a sus iniciativas presentadas en la tribuna del Congreso con independencia de a quién puedan molestar o del rédito electoral que le puedan aportar.

Por eso, cuando ciertos opinadores y analistas —constituidos en máximos órganos de expresión de la tiranía del consenso— pretenden ver interés electoral en una iniciativa de absoluta sensatez como la de impedir, por ejemplo, que los cargos públicos que burlen la acción de la Justicia puedan ser candidatos en unas elecciones democráticas, no podemos sino acordarnos de aquel ladrón que cree que todos son de su condición.

La regeneración de la vida política española, alterada por décadas de politiqueo, filibusterismo y gurús de la demoscopia, sólo comenzará el día en el que los partidos representen con fidelidad la voluntad de sus votantes. Que no estemos acostumbrados a que un partido apoye una iniciativa de otro sólo porque sea una idea sensata, oportuna y beneficiosa para el bien común, no significa que tengamos que renunciar a creer que tal acto de servicio a España y a los españoles sea posible.

En este sentido, Vox apoyó ayer la moción del único diputado del Partido Regionalista de Cantabria, habitual aliado del Partido Socialista, para incluir a la ganadería, tanto la extensiva como la intensiva, en todo tipo de ayudas públicas relacionadas con el sector agrario. Por sensatez y porque es bueno para España. Ese, y no otro, es el camino.

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