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18 de abril de 2022

El escándalo de Rubiales y Piqué

El presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, y el comisionista y jugador del FC Barcelona, Gerard Piqué (EP)

Las informaciones publicadas por El Confidencial y que vinculan al jugador del Fútbol Club Barcelona, Gerard Piqué, y al presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, con el cobro de comisiones millonarias por privar a los aficionados españoles al fútbol de un torneo ya clásico como la Supercopa de España y llevarla a una dictadura islamista como Arabia Saudí, tiene aristas afiladas que exigen una inmediata investigación por parte del Consejo Superior de Deportes.

Nada tendríamos que decir de este caso si la Federación siguiera el modelo británico de autonomía absoluta con respecto a la Administración, pero las federaciones deportivas españolas están intervenidas y subvencionadas por los poderes públicos. Parece ocioso recordar a estas alturas que la Real Federación Española de Fútbol no es, como alguno se empeña en repetir, de naturaleza privada, sino que ejerce funciones públicas de carácter administrativo ejercidas por delegación de los poderes públicos. La Rfef es, por ley, un agente colaborador de la Administración pública y, por lo tanto, debe atender a criterios de utilidad pública. Una utilidad que, en el caso que nos ocupa, parece distante, cuando no inexistente. Ítem más: el reparto desigual de los ingresos obtenidos y que privilegia a dos clubes de fútbol en detrimento de los otros dos que puedan llegar a esa final a cuatro en Riad, arroja una sombra nociva sobre la Rfef, que tiene el control del arbitraje, del polémico videoarbitraje y el calendario de las competiciones de la Primera División española. En lenguaje llano: ¿cobraría menos la Rfef si el Barça del comisionista Piqué no se clasificara para una Supercopa de España que se celebra a 5.000 kilómetros de distancia?

A la espera de una respuesta a esa pregunta, la presencia de Gerard Piqué a través de una de sus empresas. Kosmos Holding, en toda esta operación, es, desde un punto de vista ético, vergonzosa. Que un jugador en activo de uno de los clubes implicados en esa y en otras competiciones organizadas por la Rfef sea quien le diga al presidente de la Rfef cómo debe repartir las cantidades a cobrar parece exceder, con mucho, lo que cualquiera esperaría de un comisionista/intermediario y nos sitúa en un escenario de conflicto de intereses que debería haber sido rechazado por Rubiales, sobre todo desde el momento en el que en los audios publicados por El Confidencial revelan que hay una relación de amistad entre ambos. Que el comisionista de una operación que no beneficia al aficionado español ni a determinados clubes de fútbol que no son el Real Madrid ni el que a él le paga, el FC Barcelona, sea uno de los jugadores que con más vehemencia ha gritado que el futbol debe ser de sus aficionados, nos habla de la hipocresía ya conocida de este personaje.

Pero Gerard Piqué no es el único falso. Todavía resuenan en nuestros oídos las palabras de Luis Rubiales cuando aseguró, recién elegido presidente después de tres décadas de probada corrupción de Ángel María Villar, que su mandato sería «un compromiso permanente» con la transparencia, la integridad y la lealtad con los aficionados españoles. Es decir, un compromiso permanente con todo lo que no encontramos en este caso, que sin duda es un escándalo ético. Ya veremos si legal.

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