El presidente de VOX, Santiago Abascal, ha repetido en los últimos actos de campaña que en su partido no quieren «el turno de gobernar», sino «cambiarlo todo»: «No queremos ni políticas socialistas, ni políticas socialistas con siglas de otros».
El líder del tercer partido de España transmite el mensaje, que es al tiempo una declaración de principios y de intenciones, a modo de reflejo de la voz de la calle, que no le reclama echar a Sánchez, como cacarean los representantes políticos y mediáticos del Partido Popular, sino un cambio real para España.
Una conciencia creciente en un momento marcado en lo temporal por la campaña y en el fondo por la coincidencia permantente del PSOE y el PP en asuntos de índole moral y, de manera más flagrante, al blanquear a Bildu después de hacerse público que el brazo político de ETA llevará en sus listas a 44 condenados por su relación con la banda terrorista, siete de ellos con delitos de sangre.
El tiempo político de España propicia que cada día más ciudadanos aspiren a un giro diametral en el gobierno, y hace más natural la «alternativa completa» a la que se refiere Abascal frente al cambio de cromos. Como demostró Mariano Rajoy cuando heredó a José Luis Rodríguez Zapatero sin la más mínima enmienda a su legado político, echar a Sánchez será sólo un cambio estético si con él no son desterradas las políticas socialistas diseñadas para dejarnos sin nada y hacernos decir que somos felices.