«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

A salivazos

‘Europa abre a Italia un proceso sancionador sin precedente’, leo abriendo El País. Debajo, noticia menor pero asociada de algún modo: ‘Polonia retira la polémica reforma de la Justicia que reprobó la UE’. Uniendo ambos, y combinándolos con la libra de carne que Bruselas quiere extraer de la díscola Gran Bretaña, el mensaje es claro: toda resistencia es fútil.

Los entusiastas de la Unión Europea, que siempre me han parecido cargados de razones, tienden a defender su continuidad y a censurar a los rebeldes hablando del pasado, de todo lo que nos ha aportado la unión a sus miembros en términos de prosperidad. También hablan de seguridad, pero en este caso juegan con la imposibilidad de probar una negativa, ya que debemos creer por fe que si Europa no ha vuelto desde hace más de medio siglo a sus sangrientas trifulcas de káiseres y hitlers ha sido por su benévola presencia, y no por la hegemonía americana o el puro cansancio de horrores.

Pero los euroescépticos apuntan, más bien, al futuro que se nos está preparando, y del que las noticias comentadas son solo un barrunto. Y en ese futuro, los gobiernos elegidos por los pueblos de Europa no tienen nada que decir si lo que dicen y quieren desagrada a la camarilla no electa de Bruselas. Y como cada bando habla de cosas distintas, es difícil que se entiendan.

Insiste menos el diario de reverencia en lo que para todos los demás en España constituye el tema del día. Le da, sí, la foto, un Rufián saliendo del Congreso ante la mirada de Borell, en pie y con gesto piadoso.

El Mundo da, cubriendo la cabecera de parte a parte, en lo alto, una imagen más dramática de la escena, con Borrell señalando al diputado de Esquerra al que acusa de haberle escupido al pasar y la ministra Delgado cogiéndole la mano en un gesto que parece conminarle a que se siente, que lo está estropeando todo.

El primer titular: ‘Sánchez evita romper con ERC pese a la humillación de Borrell’. Es correcto, aunque quizá lo sería más señalar que Sánchez no quiere dejar la Moncloa ni por todas las humillaciones y todas las concesiones del mundo. Es curiosa la atracción fatal de ese palacete cercano a la Ciudad Universitaria, verdadera mansión encantada, que lleva a sus inquilinos a dejarse mandar por todos con tal de seguir mandando, por muchas vejaciones que se reciban.

En realidad, sería un insulto a los españoles que Sánchez rompiera por un escupitajo a un ministro con quienes escupen a diario a España sin que al presidente del Gobierno se le mueva un músculo de la cara. De hecho, lejos de romper con ellos, les ha disculpado por elevación, es decir, diciendo personalmente que todos tenemos la culpa, y por persona interpuesta -el PSOE-, echando la culpa al PP, que pasaba por ahí y es el payaso de las bofetadas.

La segunda noticia, también repetida aunque ninguneada por los de Prisa, es que ‘Bruselas tumba los planes económicos del Gobierno para agotar la legislatura’, que me deja el corazón ‘partío’, alegre de que le tumben los planes a este impresentable, indignado de que lo decreten desde la brumosa capital belga.

Puestos a elegir un solo tema, ABC saca un primer plano de Nadia Calviño y Maria Jesús ‘Chiqui’ Montero acompañando el titular: ‘Bruselas, la OCDE y el FMI no se creen las cuentas de Sánchez’. Yo tampoco me las creo, si vale de algo, y probablemente usted tampoco, pero son nuestras cuentas, es nuestro presidente, y que tengan que venir los de fuera a recriminarnos lo que no deberíamos consentir los naturales me resulta más humillante que cualquier escupitajo.

Vuelve la foto en La Razón, esta vez recortada y centrada en los dos protagonistas, escupidor y escupido. Pero no acompaña al titular principal, sino al segundo. El primer nos cuenta el otro tema del día: ‘Suspenso en economía a Sánchez’ lo que, además de vago y general, es falso. Esos ejercicios de voluntarismo y fantasía contable que son los presupuestos generales del Estado no tienen tanto que ver con la economía como con lo que pueda colar. Las Cortes, históricamente, nacieron para que el común pudiera fiscalizar un tanto lo que el monarca hacía con sus dineros, y es exactamente lo que no está haciendo, de modo que tienen que llegar de fuera a darnos avisos, como escolares sorprendidos en falta.

Lo otro lo titula La Razón con telegrafismo propio de crónica de encuentro deportivo: ‘Rufián crispa; el PSOE culpa a Casado’. Casado… ¡Ay, Casado! Otro día recuérdenme que hablemos de Casado.

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