«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Abismo de Helm

Ahora los miramos no para saber qué tenemos que pensar de las cosas, sino para enterarnos de qué quieren que pensemos.

No necesitamos periódicos. Entiéndanme: a uno le pueden gustar los periódicos, sentarse tranquilamente a desayunar pasando las páginas. Es un hábito como cualquier otro, y la experiencia es a menudo más sosegada y placentera que dejarse los ojos en el móvil o sentarse delante del ordenador de buena mañana.

Pero ya no son necesarios, no nos van a contar nada relevante que no sepamos y, probablemente, hayamos comentado hasta la saciedad. Esto, paradójicamente, proporciona un placer nuevo a repasar las cabeceras, un goce malicioso y minoritario. Ahora los miramos no para saber qué tenemos que pensar de las cosas, sino para enterarnos de qué quieren que pensemos.

Ayer, por ejemplo. Todos vimos el asalto al Parlament. Los más entusiastas casi lo vivieron, vídeo a vídeo, en las redes. Era el estallido de todo lo que se ha venido preparando pacientemente a lo largo de generaciones, y el fracaso personal de Pedro Sánchez. Era la escenificación de algo que hemos conocido demasiadas veces en la historia.

La escena ha dado fotos magníficas, dramáticas. El tuitero Joan Tubau colgaba de su cuenta una de las imágenes más significativas, los mossos con toda su parafernalia de guerra esperando dentro del Parlament el asalto de las hordas, y como único comentario, el título de un capítulo de El Señor de los Anillos: El Abismo de Helm.

Las primeras venían hechas, al menos en lo icónico, y así lo han entendido El Mundo y La Razón. No así El País y ABC, para su vergüenza.

El País lo elude y da el titular más desangelado que ha podido pergeñar su triste deriva: ‘El apoyo de Quim Torra a los grupos radicales indigna a los Mossos’. Los de Prisa podrían dar un seminario sobre cómo vaciar de interés la situación más apasionante en un titular. ¿Vio algún redactor de El País el asedio a la sede de la voluntad popular catalana? ¿Y eso es lo que se les ocurre? De segunda, en El País, ‘El FMI alerta de una deuda disparada en plena ralentización de la economía’. Ya ha empezado. Tercera: ‘Trump vende como un éxito personal el pacto con México y Canadá’. ¿Recuerdan eso que digo siempre, a tiempo y a destiempo? Nunca es qué, siempre es quién. Imaginen el abismo de aborrecimiento, el partidismo tan cegador que se necesita para que se produzca lo que tanto ha defendido El País y que, al darlo, lo que considere más noticioso sea que Trump lo vende como algo personal. En serio, es difícil caer profesionalmente más bajo, pero la comisaria Gallego está poniendo todo de su parte.

ABC prefiere salir con Casado. Se me ocurren pocos modos tan fiables para hacer irresistiblemente trivial una cabecera como sacar en primera la foto de cuerpo entero, sonriente, de uno de estos nuevos políticos de diseño. «Hay que tomar el control en Cataluña», es la declaración que han elegido de gran titular, una obviedad que me hace preguntarme si todo será igualmente de perogrullo.

Sobre todo, compañeros, que ayer las masas asaltaron el Parlament, que no es día para hacer méritos con el nuevo señorito.

El Mundo abre con una foto de los levantiscos amenazantes frente a un policía de espaldas, cubierto como un Héctor negro. ‘Torra cede a los violentos la calle con el plácet del Gobierno’. Eso, ¿ven?, es un titular. Se refiere exactamente a lo mismo que El País pero sin escurrir bulto alguno y llamando a las cosas por su nombre. Casi tiene cierta musicalidad marcial.

En La Razón, un mar encrespado de puños en alto en la entrada de piedra antigua del Parlament. Civilización y barbarie. Titular, muy semejante al de El Mundo: ‘Los CDR toman la calle con la venia de Torra’.

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