Decía Napoleón que si uno resiste la tentación de contestar inmediatamente las cartas, las más de las veces se contestan solas, y nuestro presidente parece un entusiasta partidario de esta estrategia, ampliada a toda forma de reacción.
El dontancredismo le ha dado a Rajoy, hay que admitirlo, un resultado político que pocos podían haber previsto. El tipo que hace ya años no iba a tomarse el turrón en la Moncloa sigue ahí, como el dinosaurio de Monterroso, por el sencillo procedimiento de quedarse muy quieto cuando uno siente el aliento del toro de los problemas nacionales.
Naturalmente, que haya sido provechoso para él no significa que también lo haya sido para España o para el sistema. La carta por contestar en este caso es la presentación de una de las primeras figuras del Estado, el presidente de la Generalitat, de un proyecto de ley para un referéndum ilegal sobre la independencia de Cataluña.
Rajoy ya ha dicho que eso no vale, y no parece decidirse a ir más allá. Imagino que está aguardando a que todo el proceso se revele como una patochada que hasta al más lerdo vea como ilegal y sin garantías, y que sea el Constitucional el que anule toda la farsa y aquí no ha pasado nada.
Pero sí, sí ha pasado. Ha pasado desde hace décadas, y si Rajoy abusa del dontancredismo también en esto de la unidad de la nación es de justicia reconocer que todos nuestros gobiernos han jugado al mismo avestrucismo. Y la imagen de un gobierno sentado sobre las manos mientras se desafía tan clara y públicamente su autoridad cala en la ciudadanía, con resultados predeciblemente nefastos, incluso si el primer ‘set’ concluye en victoria para Rajoy.
Es la noticia del día, y El País abre con este titular: ‘Puigdemont presenta en un teatro una ley sin garantías’. ‘Ley fraudulenta’, titula su primer editorial sobre el mismo asunto.
ABC, sobre un primer plano del equipo de gobierno catalán, titula: ‘Jaque al Estado de Derecho en Cataluña’. Como dicen en la red social, «no importa cuándo leas este tuit».
Es flojo, admitámoslo, y poco preciso. Desde la Generalitat se han dado muchos ‘jaques’, y no aclarar mínimamente de qué se habla o qué diferencia este desafío de todos los anteriores es periodísticamente mediocre.
Mucho mejor El Mundo: ‘Puigdemont presenta la ley que deroga el Estado en Cataluña’. Perfecto, en nuestra opinión, también por su contundencia y brevedad.
Naturalmente, La Razón abre con el denteroso titular de su editorial. Es ocioso especificar que se trata del editorial, como de hecho hacen, porque todo en el diario de Marhuenda es un largo editorial.
También es acomplejado, muy acomplejado. El Mundo, que no tiene que hacer tantos esfuerzos para señalizar que es de los buenos, habla del Estado; El País, de fraude de ley; ABC, de Estado de Derecho. Para La Razón, esto de don Carles es un ‘Golpe a la democracia’.
Qué malos son los complejos.