El rostro angustiado de Manuel Chaves, el que fuera tanto tiempo presidente andaluz, abre hoy todas las primeras, aunque el juicio contra los responsables del fraude de los ERE no es la noticia de apertura de todas nuestras cabeceras.
De El País podíamos suponerlo, ¿verdad? En nuestro diario de referencia (en tantos sentidos), el titular de apertura es: ‘Los 404 actos violentos del ‘procés’. Tanta precisión asusta, por no hablar de que ya es casualidad que el número coincida con el mensaje habitual de error en la Web.
En cuanto a Chaves, en la foto, el titular es una echar balones fuera de manual, que se entiende mejor cuando se compara con los demás titulares en la prensa de hoy sobre el asunto: ‘Chaves declara que su papel no era el de vigilar cómo se daban las subvenciones’.
Las dos noticias están vinculadas por lo que considero un malentendido muy habitual: el presupuesto tácito de que, entre los partidos o movimientos en disputa, hay uno limpio y otro sucio; uno violento y otro pacífico.
Ningún partido, ningún movimiento, a partir de cierta masa crítica de partidarios, puede garantizar la probidad de todos sus miembros.
Es más, la experiencia mé dice que la cantidad de casos y el volumen de corrupción en cada partido es una función matemática del intervencionismo público en las actividades económicas, el tiempo que se lleva en el poder y la cantidad de presupuesto que se maneja. No es casual que las comunidades autónomas con peores niveles de corrupción en su momento sean la Andalucía donde el PSOE lleva gobernando más tiempo de lo que gobernó Franco España y la Valencia que durante tantos años mantuvo el PP un dominio indisputado.
Otro tanto puede decirse de la violencia. No hay nada en una idea o proyecto que no pueda defenderse a bofetadas, llegado el caso, si se apunta al mismo alguien lo bastante fanático y lo bastante violento. No hay una imposibilidad metafísica, por mucho que se empeñen los defensores del bando que sea, en que alguien agreda en nombre de esas ideas. Es decir, no hay movimiento intrínsicamente pacífico; hasta ha habido pacificistas que han defendido su concepto de paz con los puños.
En ABC solo hay Chaves, y un titular muy gráfico: ‘El PSOE se desmarca del «ciudadano Chaves» y él se lava las manos’.
Parece difícil que puedan hacer lo uno o lo otro. El PSOE, sencillamente, no puede hacerse el loco con lo que ha sido su caladero de votos y su cortijo tantos años; incluso quien tienen hoy al frente de la comunidad, Susana Díaz, está allí como ‘protegida’ de los encausados.
Y, naturalmente, que Chaves trate de lavarse las manos es aún más ridículo. Lo expresa bien el titular que le dedica La Razón: ‘Casi 20 años de presidente de Andalucía y no sabía cómo se daban las ayudas de los ERE’. Que no eran precisamente calderilla.
Es el fenómeno habitual del líder de partido, omnipotente en campaña, impotente en el gobierno. Cuando pretende gobernar, promete controlar casi las lluvias y las cosechas, los resultados de la selección nacional y las fuerzas de la naturaleza; cuando, ya en el gobierno, surgen abusos o casos de corrupción, la culpa es siempre de las circunstancias y él nunca vio nada.
Es lo mismo que recoge El Mundo en su titular al efecto: ‘Chaves, sobre los 741 millones derrochados: «Yo en eso no entraba». Ole.
Abriendo, un entrecomillado. El diario entrevista a Joaquim Gay de Montellà, presidente de la patronal catalana, y el titular es una de sus declaraciones: «Cataluña puede estar diez años sin crecimiento si seguimos así». Puede. Si.
El titular que abre La Razón es, cuando uno se fija bien, tan vacío como su protagonista: ‘Rajoy defenderá ante la UE la legalidad frente al soberanismo’. Para tener este mayordomo de Bruselas, que le voten allí; hubiera preferido verle defendiendo la soberanía ante la UE, en lugar de permitir que unos extraños decidan cómo debe mi país aplicar sus leyes.