La narrativa que se impuso horas después de la masacre de Barcelona se deshace como un azucarillo, en todos los sentidos posibles.
Esas incesantes palmaditas en la espalda -el señor Lobo en Pulp Fiction lo hubiera expresado sin duda de un modo más brutalmente gráfico- que se dieron las instituciones con la servil colaboración de la prensa del régimen no estaban, precisamente, justificadas.
No, no funcionó todo maravillosamente frente al acaso del terror; al contrario, la chapuza que va dibujándose en torno a las circunstancias que hicieron posible el atentado constituyen un perfecto apólogo moral de todo lo que está fallando en nuestras sociedades.
Hoy es primera en El País que ‘La policía de Bélgica comunicó sus sospechas sobre el imán de Ripoll’. Oh, bueno, qué sabrán esos belgas, ¿no?
ABC nos cuenta en su portada que ‘Los terroristas preparaban «un atentado de gran envergadura». Mucho hemos debido acostumbrarnos a este azote para presumir, en contrario, que matar a quince personas y herir a un centenar no tiene la envergadura suficiente.
Seguimos con todo lo que no se quiso ver. Titular principal de El Mundo: ‘El juez liberó al imam ‘porque no era una amenaza para el orden’. No queremos imaginar lo que hubiera pasado de ser una amenaza.
Y un nuevo detalle abriendo La Razón: ‘El imán dio un curso de explosivos en Francia para una masacre en Barcelona’. Si esto se sabía, ¿qué suponían las autoridades, que un imán tenía previsto dedicarse a la minería? Y si no se sabía, ¿de qué coordinación de información estamos hablando?
Para mis cabeceras, la foto de primera es la de los cuatro detenidos, cabizbajos, salvo en el caso de El País, que saca a una exultante Juana Rivas flanqueada por mujeres que la aplauden. ‘Juana Rivas reaparece tras un mes escondida’.
De los terroristas de Barcelona hemos sabido a lo largo de estos días que eran «tíos de puta madre», con ese pequeño defectillo de considerar lícito matar gente inocente al por mayor. Y de Juana, que es una mártir de la fría Justicia.
Cuando se habla de la independencia de la Justicia o de ‘jueces independientes’ es siempre en referencia al sentido más estrecho de la palabra, independencia con respecto a los otros dos poderes institucionales. Pero ni los jueces ni nadie viven en una burbuja que les aísle de la presión pública y de lobbies que actúan como manadas aullantes.
‘Juana Rivas, puesta en libertad pese a la oposición del fiscal’, leemos en El Mundo. La Narrativa oficial está a favor de Juana, y la Narrativa puede ser más fuerte que la ley.
Y en La Razón: ‘Juana Rivas: «Me voy a la playa con mis niños». Hala, venga, que burlarse de la justicia tiene premio según en qué lado estés de la batalla ideológica.
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