En buena medida, el fastuoso Estado del Bienestar europeo es posible porque, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se ha ocupado del grueso de nuestra defensa
¿Recuerdan la pregunta que nos hacíamos el otro día, en torno al titular con que abría El País sobre una carta de Trump a Sánchez? Nos preguntábamos qué pretendía Prisa destacando esa información que todas mis otras cabeceras desdeñaban en primera.
Parece que tenemos la respuesta, aunque hoy es El País el que la ignora. La leo, primero, en El Mundo: ‘El Gobierno reta a Trump y rechaza subir el gasto militar al 2% del PIB’.
Bien jugado. Cuando se produjo aquella cumbre de la OTAN en la que Trump, previamente contrario a la supervivencia de la alianza, advirtió a los demás miembros que EE UU no pensaba seguir corriendo con todos los gastos de defender Occidente y les conminó a comprometerse a una subida del gasto de Defensa, pensé que estaba pidiendo un imposible.
Verán, el ‘gasto social’ es como se llama al reparto del botín fiscal que lleva a cabo un gobierno para comprar el voto. Por eso ningún político lo toca ni lo tocará mientras sea materialmente posible; por eso el candidato a liderar el PP Pablo Casado puede ahora tener a todos los liberales babeando, que de igual modo dejará todo como está. El que recorta, muere.
Y en buena medida, el fastuoso Estado del Bienestar europeo es posible porque, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se ha ocupado del grueso de nuestra defensa, con lo que podíamos bajar la proporción del PIB que gastábamos en soldaditos.
No sé otros países, pero estaba seguro de que España no cumpliría esa promesa. Y a Sánchez se le ofrece la ocasión de oro de abstenerse del sacrificio y presentarlo como un «desafío a Trump», al que todo el mundo aborrece. Todo son ventajas.
La Razón lo da de forma aún más halagüeña para Sánchez: ‘España no subirá el gasto de Defensa al 2% como exige Trump’. Ese ‘exige’ convierte a Sánchez en Abraracurcix desafiando a Julio César y sus despóticos mandatos.
Abre, en cambio, El País con un enigmático titular: ‘La Generalitat responde con gestos al traslado de presos’. Y, frívolo que es uno, no he podido evitar visualizar a Torra haciendo muecas a Pedro Sánchez. Sin novedad, por otra parte: el pago debe satisfacerse, o Sánchez deja de ser presidente del Gobierno, tan sencillo como todo eso. El primer gesto ya lo ha hecho el presidente español, pero vamos a elidir su descripción, que hay niños delante.
De segundo, ‘Polonia activa la ley que refuerza el control sobre el Poder Judicial’. Ya saben, el pretexto anhelado por Bruselas y sus mariachis para castigar a Polonia por ser tan irritantemente independiente. Personamente creo que España no debería ponerse demasiado estupenda sobre la independencia judicial, que hemos tenido unas semanitas como para dudar que exista.
Abajo, ‘La mayoría de cargos del PP se decantan por Santamaría o Cospedal’. El País, imagino, por Santamaría, si le queda un ápice de gratitud. Desde fuera es divertido imaginarlos a todos los partidarios de uno u otro candidato soñando con el carguito o temiendo la purga, y defendiendo en público la farsa de la ‘batalla de ideas’. La idea es colocarse.
ABC vuelve al simbolismo, esta vez un semáforo cuyo disco inferior representa dos muñequitos repartiéndose dinero. Titular: ‘Corrupción hasta en los semáforos’. Aquí, por lo visto, palman todos los partidos: al fin una corrupción inclusiva y transversal.
Cuenta El Mundo que ‘Sánchez ofrece a Torra «libertad para hablar» de la independencia’. Otro misterioso titular, otra artera demagogia de Sánchez. ¿Quién puede oponerse a la libertad de expresión? Nunca una traición vistió galas tan blancas.
«Pateras desde Libia a Italia: 6000 dólares. Llegada garantizada». Esto es el segundo titular de El Mundo, pero también un anuncio de los muchos que empiezan a proliferar en redes sociales. Es el gran negocio del refugiado, ese que nunca aparece en los grandilocuentes discursos de los políticos.
Abajo, ‘Policías y alcaldes de 40 municipios amañaban multas para lucrarse’. Cada vez que pienso que el pretexto de la moción de censura que llevó a Sánchez a la Moncloa fue «la corrupción», me entra la risa floja, no lo puedo evitar.
Y La Razón abre con una foto de lazos amarillos, qué aburrimiento. Y arriba, ‘Sánchez negocia 6.000 millones y la «absolución» de Companyes’. De ETA tenemos que olvidarnos porque es el pasado; lo realmente actual es Franco y Companys.