¿Conocen la historia de cómo Pipino el Breve, padre de Carlomagno, llegó a ser Rey de los Francos?
Pipino era mayordomo de palacio -un título vagamente equivalente a primer ministro, solo que hereditario- del rey merovingio Childerico III. Los últimos reyes merovingios han pasado a la Historia como ‘los reyes perezosos’, porque solo figuraban como tales, mientras el poder real lo ejercían los mayordomos.
Pero Pipino, más poderoso que sus predecesores, estaba harto de la farsa, así que escribió al Papa, fuente última de la legitimidad en la Cristiandad, para plantearle esta pregunta: «¿Quién es rey, el que lleva este nombre o quien ejercer verdaderamente el poder?». Y cuando el Papa Zacarías responde que «debe ser rey quien ejerce verdaderamente el poder», Pipino destronó a Childerico y se coronó rey, inaugurando una de las más gloriosas dinastías de la historia europea.
La monarquía es hoy, en dos noticias distintas y distantes, la protagonista de nuestras portadas.
La primera es la nuestra, y de hecho todas las fotos de primera coinciden en el mismo acto: un banquete presidido por Su Majestad el Rey Felipe VI. Y no es que todas las cabeceras se hayan convertido en obsequiosos cortesanos o que el domingo anduviera ayuno de noticias, no, porque se trata del acto inaugural del Mobile World Congress, que la alcaldesa de Barcelona y los secesionistas han boicoteado a medias.
Cataluña es rica, en buena medida, por Barcelona, cuyo prestigio internacional le ha hecho merecedora de albergar cosas como el Mobile World Congress, referencia de uno de los sectores más dinámicos e importantes de la economía mundial. Pero, paradójicamente, un secesionismo alimentado en buena medida por la riqueza de Barcelona amenaza ahora esa misma riqueza, sin advertir que están aserrando la rama en la que se apoyan.
El dinero no entiende de estas cosas, ni le importan. Pero es asustadizo como un conejo, y no quiere líos, con lo que es probable que los organizadores del congreso se planteen muy seriamente emigrar a pastos más verdes y a una capital menos problemática.
Así lo entiende El País, que sobre una foto de la mesa presidencial en el banquete, con Felipe VI mirando severo a una Ada Colau que conversa de pie con el presidente del Parlamento de Cataluña, titula: ‘El boicot al Rey amenaza el futuro del Mobile en Barcelona’.
La otra monarquía protagonista, que aparece en un segundo titular, no lleva ese título pero, como en el caso de Pipino, ejerce el poder: ‘China perpetúa al presidente Xi en el poder y lo acerca a la figura de Mao’.
ABC es la única cabecera que prefiere ilustrar el asunto barcelonés con foto amable. El Rey sonríe conversando con el director general de GSMA y el decano de la prensa madrileña titula: ‘El Rey insta a la unión institucional para que el Mobile siga en Barcelona’.
Insiste El Mundo con foto de la mesa en cuestión: ‘El desplante secesionista al Rey amenaza el Moblile en Barcelona’, titular casi idéntico al de El País. Es curioso que estos boicots sean siempre parciales, buenos para la foto pero sin perderse el banquete ni dejar de figurar, como la adolescente narcisista que querría dar plantón a una fiesta y, a la vez, brillar en ella.
En La Razón, más contundentes, con foto similar: ‘El Mobile al Gobierno: «Bromas las justas’, donde echo de menos una coma.
Debajo, más lacónicos que los chicos de Prisa, ‘El presidente chino Xi Jinping quiere convertirse en el nuevo Mao’. Este es el hombre, recuerden, que en la edición de Davos del año pasado se convirtió en el nuevo adalid de las democracias frente a los Estados Unidos de Donald Trump. Las ranas piden un rey.
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