Con todos sus tristes efectos secundarios, la crisis catalana ha traído muchas cosas positivas. En lo peor, cierta claridad, un saber dónde está cada uno y qué quiere realmente, el estallido final de una dolencia que se lleva gestando durante décadas, la ‘desfachización’ de la rojigualda y muchas otras.
Una de las más satisfactorias puede leerse hoy en el titular que abre El País: ‘Cataluña pone en peligro el futuro de Podemos’.
Aquel chico tan listo, tan astuto, de la formación morada, ha acabado, para nuestra dicha y alivio, siendo un manazas de la política electoral al dejar que sus rencores ideológicos se impongan a las más obvias vías de mantener sus votos.
No es, ya sabemos, que el votante medio de Podemos sea exactamente un patriota, menos aún un patriotero. Pero aliarse con una caterva golpista que no hace más que mostrar su desprecio por el resto de España y votar a favor del mantenimiento del privilegio fiscal de una de las comunidades más ricas de España es dudoso que sea lo que quiere ‘la gente’, ni siquiera su gente.
La irrupción de Podemos fue anómala en la política española, un estallido muy coyuntural, hijo de una oportunidad única. Se aprovechó de la ola de indignación juvenil por el más alto índice de paro juvenil de Europa (superado ya por la ‘podemizada’ Grecia) y los intereses electorales del partido gobernante.
Pero no podía durar. Las recetas bolivarianas casan mal en uno de los países más avanzados del mundo, con una democracia y una economía plenamente desarrolladas. Y la ‘trouppe’ de morado ha demostrado ser incapaz de salir de su estrategia de grupúsculo demagógico de asamblea de facultad, ahora mezclada con una actuación personal de sus líderes con mando en plaza que no se distingue especialmente de las peores conductas de ‘la casta’.
Sobre todo, el éxito en las urnas de Podemos debe mucho a una coalición de grupos regionales con tanta tendencia a la división como un rebaño de gatos, especialmente cuando pintan bastos y prima el «sálvese quien pueda».
La foto que abre El País es una rutinaria y plácida escena en una peluquería de Homs, sobre el pie: ‘La vida empieza a abrirse paso en las ciudades más toruradas de Siria’, una interesante admisión, porque si es así no es exactamente porque las fuerzas a las que Prisa ha servido de vocero lo quisieran, al contrario. Esa escena de normalidad, aunque le pese a El País, solo se da en el territorio controlado por el Gobierno.
Otra noticia destacable es que ‘Junqueras da su total apoyo al 155 para salir de prisión’.
Y con Junqueras, caminando sonriente junto al prófugo Puigdemont sobre un fondo azul, abre ABC. ‘Puigdemont pide a la justicia belga escolta para venir a votar’. Por pedir…
Pero los delirios de Carles saben a poco, así que el decano de la prensa madrileña incluye un sumario y otro titular: ‘Junqueras recula y acata el 155, pero tendrá que hacerlo en persona’. Después de tanta declaración heróica, eso debería abrir los ojos de muchos, pero nos tememos la reacción de los ‘true believers’ de la tribu: ¡Jugada maestra!
Da la misma noticia El Mundo, ‘Junqueras acata el 155 para acelerar su salida de prisión’, pero embutida entre la primera y la foto de modo que es casi difícil verla.
La primera es que ‘Los ‘mossos’ detallan el plan de Trapero para no impedir el 1-O’. Una de las anomalías más peligrosas del ‘procés’, la de un cuerpo armado al servicio de una ideología, empieza a salir a la luz y, aunque lentamente, tendrá consecuencias, preveo.
Más interesante hoy viene la primera de La Razón. ‘El ex Govern huido sobre la «Vía Forcadell»: «Se van a humillar para nada». Es posible, aunque dudoso que ellos no hicieran lo mismo si estuvieran en Soto del Real y no en Bruselas degustando sus afamadas cervezas.
La foto corresponde a la exposición de las obras de Sijena en el Museo Diocesano de Lérida, reclamadas por Aragón. Titular: «Tendrá que venir la Guardia Civil para llevarse las obras de Sijena». Oh, bien, me parece un sistema de transporte bastante seguro.
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