Los males de la derechita

¿Qué pasa en la derechita? Si hemos de creer a El País (PSOE), ‘La ruptura de Ciudadanos con el PP amenaza la legislatura’; si nos decantamos por La Razón (PP), ‘Rajoy cuenta con Cs para los Presupuestos pese a la tensión con Rivera’.
El PP odia a Ciudadanos con una pasión con la que nunca odió al PSOE, del mismo modo que en su día Rajoy era todo sonrisas con Pablo Iglesias mientras fingía que no existía un partido llamado Vox, nacido de sus mismas entrañas.
Uno pensaría que la clase gobernante, por mucho que hiciese del cálculo electoral su norma de comportamiento en condiciones normales, sabría cuándo estamos ante una situación de crisis nacional, de peligro de disolución, que exige aparcar mezquindades para hacer frente común.

Olvídenlo. El sistema mismo sobreincentiva esta criminal frivolidad cortoplacista, de modo y manera que ganar o perder un puñado de escaños se ve siempre más crucial que ganar o perder un trozo de España.

ABC va de arriba España, vamos, vamos, que nos vamos: ‘El miedo a la prisión ablanda al independentismo’, reza el absurdo titular, apoyado por tres sumarios que difícilmente sirven para probar el aserto: que Anna Gabriel ha pedido aplazar su declaración ante el Supremo, que los empresarios que financian a Puigdemont viajan a Bruselas por Marsella para no dejar rastro (?) y que ERC ha declarado no sé qué sobre que se imponga la cordura, todo sobre un cuadro simbolista que representa una estelada yacente de la que se levantan cuatro barras rojas que, suponemos, representan los barrotes de una prisión.
Pero no hay ‘independentismo’, sino independentistas. El primero no se ablanda en absoluto, porque no puede encarcelársele; los segundos, claro. Aunque más que de ablandarse habría que hablar de tomar a jueces y autoridades de Madrid por el pito de un sereno.
Desde Bruselas, Puigdemont no solo actúa como parece sentir por los mensajes de móvil interceptados, sino que leo en El País: ‘Puigdemont exige poder para gobernar la autonomía desde Bélgica’. Cómo cambian las tornas: si en un tiempo se gobernó Flandes desde España, ahora se pretende gobernar un trozo de España desde Flandes.

La inúsitada pretensión es tercera noticia en La Razón: ‘Puigdemont exige a ERC control total desde Bruselas’. Ahí es nada: control total. Uno espera ver qué patochada contra la Constitución y el más elemental sentido común obligará a actuar al Gobierno de España, pero es como esperar el Santo Advenimiento.
El ‘procés’ le ha abierto el apetito a los chicos del Norte, igual que su profeta en su día aprendió en Barcelona que ‘Vizcaya’ no era España. Lo leemos como primera noticia en El Mundo: ‘El PNV se destapa y plantea una independencia ‘de facto’. Es el momento, que estamos de rebajas y nadie se quiere quedar atrás.

Mientras, en la foto, De Guindos franquea una puerta sobre el pie: ‘Camino expedito hacia el BCE’. La Razón lo saca de espaldas; de nunca, más bien, y sus palabras entrecomilladas: «Tengo los apoyos para el BCE».
Lo importante son los apoyos; el resto, para el político, es indiferente, como si arde el mundo. Es la sonrisa siempre algo despectiva de Guindos en la primera de El País, sobre el titular: ‘De Guindos aspita al BCE sin dejar el Gobierno’. Como los monos, que no sueltan una rama hasta no aferrarse bien a la siguiente.
De lo mismo va la segunda noticia, en realidad: ‘El SPD obtiene las carteras clave en el pacto con Merkel’. A Alemania se la gobierna en coalición casi por defecto, PSOE y PP, por así decir, que allí, quizá por más viejos, tienen más claro que aquí que en lo importante están perfectamente de acuerdo ambos grandes partidos.
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