No puede haber épica en una revolución gestada en los despachos del poder de un pueblo tan próspero. Al menos, no por parte de los líderes. Uno puede pronunciar mil veces la expresión «cueste lo que cueste» sin pararse un segundo a echar cuentas.
Carme Forcadell, que tanta determinación derrochó antes y durante toda esta revolución de mentirijillas, ha dicho que la declaración de independencia con la que sigue jugueteando Puigdemont desde Bruselas, cada vez más patético, era solo «simbólica», y que acata el 155 hasta su última coma.
Lástima que las miles de empresas que han cambiado de sede no hayan entendido el símbolo; una pena que tanto turista se haya tomado en serio la charada, que la Unión Europea no haya comprendido el carácter meramente figurativo de la escenificación y haya descartado Barcelona como sede de la Agencia Europea del Medicamento.
La partitocracia moderna se adscribe a la Escuela Simbolista y vive y prospera de retóricas imposibles, pero hay que saber ponerse límites, aunque solo sea por los niños, seres impresionables que se lo creen todo y actúan en consecuencia, jugando a tapar la calle, que no pase nadie, y todas esas travesuras infantiles que pueden causar incontables molestias.
Uno entiende el enorme atractivo de la republiqueta para una generación joven que siempre pide una causa con que llenar las horas. Es emocionante, es divertido y uno se siente parte de «lo que pasa», se siente importante.
Pero Forcadell no es ninguna niña, como no son niños los principales organizadores de este funesto lío, y después de la fiesta, en la que nos hemos achispado un poco más de lo prudente y la cosa se nos ha ido de las manos, la mañana llega cruel con la resaca.
‘Forcadell acata la legalidad y evita la prisión incondicional’, abre El País, que se abstiene de la foto apropiada al caso, la que dan todas las primeras, por el estúpido prurito de seguir con la matraca de la ‘trama rusa’. Así, comete el pecado de leso periodismo de salir con Vladimir Zhirinovsky en una marcha con esteladas con el pie: ‘El populismo ruso apuesta por destintegrar Europa’, sin especificar que ese ‘populismo ruso’ obtuvo en las legislativas del año pasado un 13,14% del voto. Es decir, es como si un diario de Moscú hiciera representativo de la postura española a Pablo Iglesias.
Abajo siguen pedaleando con la trama: ‘Diputados europeos piden firmeza a la UE ante la injerencia rusa en Cataluña’. No sé, me parece un modo espantoso de hacer el ridículo. Esa ‘injerencia’ no se aclara, no se define, pero si alguien cree que esta tragicomedia tan nuestra necesita del oro de Moscú para su desarrollo es que no ha estado demasiado atento.
De hecho, como sumario incrustrado en el mismo texto leemos: ‘Juncker: «Digo no a cualquier separatismo que añada división». Eh, Jean-Claude, tú no tienes que decir ni no ni sí, que este es un asunto nuestro y eso es una injerencia como la copa de un pino. ¿Ven qué fácil?
Todas las cabeceras nacionales se regodean en mayor o menor medida con la espantada verbal de Forcadell. Sobre foto de la susodicha llegando al TS, titula ABC: ‘Forcadell reniega del «procés» para eludir la cárcel’.
Ese «reniega» tiene que doler. O tendría que, porque los verdaderos creyentes están más que dispuestos a ver ‘jugadas maestras’ en las mayores trapacerías de sus caudillos, con una iluminada obcecación que me recuerda a quienes veían en cada traición de Trump a su mensaje un astuto movimiento para desconcertar a sus adversarios. Es imposible desengañar a un fanático.
En El Mundo, Carme saluda con una triste sonrisa a quienes han ido a acompañarla hasta la puerta del tribunal. Y otra vez ese verbo desgarrador: ‘Forcadell reniega de la secesión y elude la prisión incondicional’.
De nuevo, como la tercera negación de Pedro, el mismo verbo en el titular de La Razón: ‘Forcadell evita la cárcel tras renegar de la DUI y acatar la Constitución’.
En los diarios de la republiqueta simbólica, en cambio, no aparece el verbo cruel. Para La Vanguardia, todo queda en que ‘Forcadell entra en prisión a la espera de pagar la fianza de 150.000 euros’. No ha pasado nada más, o no es demasiado noticiable para el decano de la prensa española eso de decir que era bromi.
Más populachero y escuto, El Periódico: ‘Fianza y a casa’. No es cosa de avergonzar a la mujer, pobre.
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