Rato despojĆ”ndose con un gesto arrogante de su elegante bufanda para hablar ante la Comisión del Congreso que investiga la crisis financiera abre El PaĆs.
El ex ministro se ha despachado a gusto con sus antiguos colegas y compaƱeros de partido, dibujando el deprimente panorama que uno ha acabado esperando de nuestra clase polĆtica.
El Mundo lo llama, con razón, ‘ajuste de cuentas’. Rato puede mirar a los ojos a sus acusadores y torcer con desprecio el gesto, diciendo con la mirada: «¿y me lo dices tĆŗ, precisamente?Ā». Sabe lo que hay, y no es bonito.
En el panorama polĆtico, nuestra Ć©poca no es en absoluto peor que muchas otras; es solo mĆ”s mezquina, mĆ”s pequeƱa en sus venalidades, mĆ”s garbancera en sus rebeliones, mĆ”s timorata en sus latrocinios y mentiras.
Mas se va, abandona. Esa es la noticia de primera en todas mis cabeceras:
EL PAĆS: ‘La crisis en el separatismo provoca las primeras bajas’
ABC: ‘Mas abandona cercado por la Justicia y por Puigdemont’
EL MUNDO: ‘Mas se va, incapaz de controlar el plan de ruptura de Puigdemont’
LA RAZĆN: ‘Mas dimite acorralado por la corrupción del Palau’
Ha organizado el incendio que consume CataluƱa y le asusta. Es, al fin, un ‘botiguer’, un hombre de orden.
Un lĆder, un movimiento polĆtico, pueden sobrevivir al fracaso, a la incomprensión, a la derrota. DifĆcilmente sobrevivirĆ”n al ridĆculo. La carcajada general es mĆ”s letal que la persecución y la represión.
El aƱo polĆtico empieza gris plomizo, con la jaqueca punzante de la resaca y el recuerdo de haber hecho bastante el ridĆculo en la juerga de la noche anterior.
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