«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Mientras dormíamos

En portada, ABC solo puede disparar un tiro. En el caso de hoy, intenta dos, el primero con la foto, las Ramblas ayer, atestadas de gente; y otro con el titular: ‘El imán de Ripoll viajó a un feudo yihadista belga en 2016’.

Naturalmente, solo ahora lo sabemos. Del siniestro imán todos en su congregación dicen lo que suele decirse en estos casos, que quién podría haberlo imaginado. Ya saben, siempre saludaba en la escalera y ayudaba a subir las bolsas de la compra a las ancianitas.

De las consignas informativas estipuladas para estos casos, la portada de ABC, pues, cumple una: hemos vencido al terrorismo porque seguimos haciendo la misma vida de antes.

Y quizá por la limitación señalada no se han apuntado a otra consigna que mis otras tres cabeceras siguen al pie de la letra: sacar a familiares y amigos, no de las víctimas (cuyos rostros no vistos se desdibujan ya en nuestra consciencia), sino de los terroristas.

«Mi nieto no se ha educado en Marruecos» es el titular de un reportaje de El País con llamada en primera en el que hablan los parientes de un terrorista en su pueblo natal de Mrirt.

«A mis hijos los ha vuelto locos el imam», dice desde Marruecos el padre de los hermanos Oukabir en la primera de El Mundo.

En La Razón, con foto: «Tienen que controlar a los imanes, solo buscan jóvenes con la cabeza pequeña». En la imagen, el rostro cabizbajo y cariacontecido del padre de los Hychami.

¿Ven un patrón aquí? Porque, desde luego, lo hay.

Si es usted lo bastante mayor, ¿recuerda que tras una matanza de ETA las cabeceras coincidieran titulando con declaraciones de los parientes de los etarras? De lo que recuerdo, si había que ir por lo familiar, eran los allegados de las víctimas los que abrían la prensa.

¿Aportan algo informativamente estas declaraciones? No parece. Uno no espera que digan otra cosa. En cambio, nos hurtan investigaciones esenciales, análisis de urgencia, reportajes que señalen a los sospechosos de estar detrás de esta masacre y de otras por el estilo.

Nadie tira del hilo, nadie arriesga con lo importante. Los medios, al fin, no viven del aire.

Todo se resuelve en asegurarnos de que los musulmanes en España, en Europa, son absolutamente inofensivos, que el Islam no tiene absolutamente nada que ver con esto, que los culpables se «radicalizan» de repente, sin que nadie en su entorno llegue a alarmarse tanto como para denunciarlo discretamente y rodeando el súbito cambio de una aureola de misterio, como si se activase un grupo de neuronas locas por un proceso natural del que no sabemos nada.

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