Llevamos sombríos demasiado tiempo, demasiado tiempo en Alarma Roja, cuando, al fin, hay tanto que celebrar, tanto inesperado portento.
Uno esperaba morirse, por ejemplo, antes de ver en El País una primera como la de hoy. Es raro, rarísimo, que una manifestación multitudinaria llene las calles de decenas de miles de rojigualdas; inaudito que suceda en la Barcelona del ‘procés’; pero que abra las páginas de nuestro diario de referencia con titular y foto y sin sombra de desprecio o sarcasmo parece anuncio del Final de los Tiempos.

‘Multitudinaria manifestación en defensa de la unidad de España’, titula con inocencia. La foto, es cierto, se centra en la cabecera, donde la bandera azul de Europa rivaliza con rojigualdas y cuatribarradas, una equivalencia numérica que desaparece en el corazón de la marcha.
El segundo alivio inesperado es no ver a los políticos en primera, o verlos rezagados, ocultos, comparsas renqueantes de una historia que, hoy sí, hace y decide la gente, esa cuya voz quería usurpar un partido, Podemos, que nos da la segunda noticia rompiéndose a golpes de contradicciones y falsedades.
Es tan común ver las caras de los políticos y leer sus palabras, es tal el sesgo periodístico que parece considerarles protagonistas cuasi milagrosos del devenir histórico, que saberles eclipsados supone un enorme alivio.

No, no me gusta el rumbo periodístico que está tomando ABC, por mucho que pueda estar coincidiendo con él en el fondo. No es, de hecho, periodístico, estropear el mar de banderas de su portada con un ‘El verdadero «seny». Quizá he vivido demasiadas veces ese añadir «verdadero» a cualquier remozado de una vieja idea, de un proyecto añoso y apolillado.
Menos aún podía esperármelo de El Mundo, que busca la precisión en sus titulares. Otra cosa es que comprenda demasiado bien el de hoy, ‘Orgullo de España’, sobre la abigarrada imagen de banderas. Lo compensan, por lo demás, con un sobrio segundo titular, que podría ser sumario frío del primero: ‘Más del 55% de los catalanes está en contra de la independencia’.

Lo mismo podemos decir de la primera de La Razón, aunque admito que, en este caso, el titular entrecomillado, una sola palabra, me parece ingenioso e irónico: «Votarem». Es como devolvérsela doblada a quienes llevan tantos días mareando a la opinión pública mundial con su inefable amor hacia las urnas.

Como en El Mundo, reservan el titular informativo para la segunda noticia: ‘Los Mossos no permitirán al ex Govern entrar en sus despachos’.
Alguna publicidad valiente y la ayuda desinteresada de muchos lectores como tú han hecho posible esta noticia. Conoces nuestra línea editorial, a contracorriente de la ideología dominante y desacomplejadamente comprometida con la dignidad humana, la unidad de España y la identidad de Europa. No es fácil ni es barato sostener un medio de comunicación que beba de estos postulados, siempre contra los más poderosos. Por eso te pedimos que nos ayudes con una aportación, que formes parte de nuestro proyecto, que ayudes a que sigamos incordiando al Poder. Puedes hacerlo de varias maneras, infórmate aquí.
Uno esperaba morirse, por ejemplo, antes de ver en El País una primera como la de hoy. Es raro, rarísimo, que una manifestación multitudinaria llene las calles de decenas de miles de rojigualdas; inaudito que suceda en la Barcelona del ‘procés’; pero que abra las páginas de nuestro diario de referencia con titular y foto y sin sombra de desprecio o sarcasmo parece anuncio del Final de los Tiempos.

‘Multitudinaria manifestación en defensa de la unidad de España’, titula con inocencia. La foto, es cierto, se centra en la cabecera, donde la bandera azul de Europa rivaliza con rojigualdas y cuatribarradas, una equivalencia numérica que desaparece en el corazón de la marcha.
El segundo alivio inesperado es no ver a los políticos en primera, o verlos rezagados, ocultos, comparsas renqueantes de una historia que, hoy sí, hace y decide la gente, esa cuya voz quería usurpar un partido, Podemos, que nos da la segunda noticia rompiéndose a golpes de contradicciones y falsedades.
Es tan común ver las caras de los políticos y leer sus palabras, es tal el sesgo periodístico que parece considerarles protagonistas cuasi milagrosos del devenir histórico, que saberles eclipsados supone un enorme alivio.

No, no me gusta el rumbo periodístico que está tomando ABC, por mucho que pueda estar coincidiendo con él en el fondo. No es, de hecho, periodístico, estropear el mar de banderas de su portada con un ‘El verdadero «seny». Quizá he vivido demasiadas veces ese añadir «verdadero» a cualquier remozado de una vieja idea, de un proyecto añoso y apolillado.
Menos aún podía esperármelo de El Mundo, que busca la precisión en sus titulares. Otra cosa es que comprenda demasiado bien el de hoy, ‘Orgullo de España’, sobre la abigarrada imagen de banderas. Lo compensan, por lo demás, con un sobrio segundo titular, que podría ser sumario frío del primero: ‘Más del 55% de los catalanes está en contra de la independencia’.

Lo mismo podemos decir de la primera de La Razón, aunque admito que, en este caso, el titular entrecomillado, una sola palabra, me parece ingenioso e irónico: «Votarem». Es como devolvérsela doblada a quienes llevan tantos días mareando a la opinión pública mundial con su inefable amor hacia las urnas.

Como en El Mundo, reservan el titular informativo para la segunda noticia: ‘Los Mossos no permitirán al ex Govern entrar en sus despachos’.
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