Los mercados financieros odian las fronteras, no sin razón, y, siendo los que manejan el dinero, tienen para financiar operaciones y campañas que acaben con esos irritantes obstáculos. Punta de lanza de esos proyectos es la Unión Europea, cuyos responsables quieren avanzar a toda prisa hacia un megaestado.
Lo llevan haciendo décadas, pero a medida que el movimiento se acelera y se hace explícito en su fase final, vienen encontrando cierta resistencia en los pueblos, renuentes a renunciar a sus identidades nacionales. Para diluir estas identidades, este apego, tanto como para subsanar la crisis demográfica, se ve con buenos ojos una inmigración masiva procedente del Tercer Mundo que está cambiando rápidamente nuestras estructuras de población.
Esa es hoy la apuesta, el pulso, por encima del viejo e inservible esquema de izquierda y derecha. Y en esa pugna, los grandes medios juegan con quienes tienen el dinero para financiarles.
El buque insignia en España de esa opinión publicada es, naturalmente, Prisa.
‘El BCE pone fin a una era de guerra sin cuartel contra la crisis’ es un extraño titular para abrir nuestro diario de referencia, tanto más cuando ninguna otra de mis cabeceras da una sola línea a la noticia y que esta tiene más de retórica que de dato.
Pero hay prisa, sobre todo en una prensa que se sabe liberada del engorro de contar con una audiencia masiva.
La foto va para la selección nacional de fútbol.
Abajo, ‘La lucha por el aborto legal en América gana una batalla en Argentina’. Ningún país debe librarse de las mismas recetas de la modernidad; quienes cantan a la ‘diversidad’ disfrazan siempre el anhelo de un mundo homogéneo. Todos tienen que cumplir todo el ‘pack’, todos tienen que sucumbir a las mismas recetas. La resistencia es fútil, parece ser el mensaje.
El nuevo ministro de Cultura, que lleva en política desde que le destetaron, protagoniza con declaraciones propias el primer titular de la columna de la derecha: «El IVA cultural fue terrible. Voy a intentar bajarlo». El otro día leíamos a la ex ministra González Sinde explicando que Hacienda no debíamos ser todos, al menos no todos igual, que los ‘cultureros’ merecen cierta laxitud fiscal. Es comprensible: eso que llaman ‘la cultura’ son los encargados de vendernos por lo menudo el mensaje ideológico, y eso hay que pagarlo, como todo.
Debajo de esa noticia, ‘El Gobierno promete un trato más humano a los inmigrantes’. Veremos después en qué consiste.
Y para ello pasamos a ABC, que abre con uno de sus montajes simbolistas: una ‘concertina’ tras la cual se despliega la bandera de la Unión Europea.
‘Crisis humanitaria, crisis política’. La crisis humanitaria consiste, básicamente, en que aunque África está en todo mucho mejor que hace veinte o treinta años, sigue estando considerablemente por debajo en nivel de vida que una Europa envejecida que les promete los frutos de un generoso Estado de Bienestar.
La crisis política, por su parte, viene de lo que decíamos arriba, de que los pueblos se resisten a dejar de ser ellos mismos tan de golpe, y eligen en las urnas cada vez más a políticos que se oponen a la invasión pacífica. En Alemania, en concreto, quien pone problemas no es uno de los nuevos partidos populistas, no es AfD, sino un socio de la coalición de Gobierno y viejo protagonista del panorama político germano, la CSU bávara.
El Mundo nos cuenta en su primer titular lo del trato más humano de que habla El País: ‘El Gobierno suavizará el asilo y las vallas de Ceuta y Melilla’. Es curioso que nadie mire fuera para saber qué pasa cuando uno hace estas cosas, qué sucede cuando un país europeo mediterráneo, cerrados los puertos de los otros, abre los suyos y anuncia su nueva política ‘humana’. Y no hablo aquí de lo que afecte a los españoles, cosa que nunca ha sido preocupación obsesiva de nuestros políticos, sino al propio panorama político. Una pista: Italia.
La Razón sigue con el asunto catalán, tan caro a su parroquia: ‘El TS avisa: sólo retirará la rebelión por «imperativo legal».