No es ni la primera ni la segunda noticia de la portada de El País, pero sí una de las que mejor explican todas las demás: ‘Alarma en el Parlamento Europeo por la injerencia rusa’.
Leída la supuesta ‘noticia’, la injerencia en cuestión consiste en que Rusia difunde noticias falsas, y que eso ha condicionado la victoria de Trump y del ‘Brexit’. Piden más dinero para combatir esa injerencia. Nuestro ínclito europarlamentario ‘pepero’ Esteban González Pons dice textualmente en una intervención: “El Kremlin dispone de mil millones al año en medios públicos, una red de televisiones en cien países y 33 idiomas, y un ejército de cuentas fantasmas listas para expandir fake news. La UE, para defenderse, cuenta solo con un millón de euros y una task force que son 17 personas. Estamos bastante indefensos”.
De todo esto se deducen lógicamente algunas consecuencias curiosas.
La primera, que algo así es noticia, algo inusual, insólito, que nunca o rara vez antes las potencias u otros grupos de poder han utilizado su influencia sobre los medios para dar su versión de los hechos, hacer propaganda y tratar de acercar el ascua a su sardina en procesos electorales de otros países.
Debemos creer que Prisa, por emplear un ejemplo cercano, ha atraído a un multimillonario catarí y a un puñado de firmas financieras porque es un negocio boyante y una máquina de hacer dinero. Que árabes del Golfo han entrado fuerte en el accionariado de Twitter porque la red social, pese a lo que pueda indicar su marcha en bolsa, va como un tiro.
La segunda, que el votante, colectivamente sujeto de la soberanía popular, es tonto. En la Era de la Información, es incapaz de ver los miles de desmentidos de cualquier noticia falsa. Realmente, confiar la soberanía a semejante mastuerzo es un disparate irresponsable.
Como absurdo corolario a la anterior, nos piden que creamos que en España, Gran Bretaña o Estados Unidos el ciudadano se informa más en Russia Today que en la CNN o las cadenas y periódicos nacionales. Cada mañanita, con el café, unas tostadas y mi ejemplar calentito de Pravda. Lo normal, vamos.
En cuarto lugar, si hay que luchar contra los sesgos mediáticos y cerrar medios que mienten o manipulan, no va a quedar uno, lo sé por experiencia de muchos años en esto. Si no fuera un vago abominable tendría ya un archivo inapreciable solo con las manipulaciones del propio El País. De la CNN, ni hablo. El sesgo antiTrump es de escándalo, y las mentiras de las que ha tenido que retractarse no se cuentan ya con los dedos de las manos.
Y quinta y principal, ¿saben ustedes dónde se cierran medios por mentir y manipular? Exacto, en las dictaduras. A nuestros predecesores en el periodismo les hubiera horrorizado la idea misma de que los políticos sean quienes decidan qué es mentira y qué manipulación; todos sabemos lo que acaba pasando, ¿verdad? En Cuba, los dos periódicos que circulan, Granma y Juventud Rebelde, no han mentido ni manipulado una sola vez en toda su historia a juicio del liderazgo político de la Habana.
Y, ahora, vamos al lío.
El País abre contándonos que ‘Los separatistas amenazan con Puigdemont o elecciones’. Y volvemos a la casilla de salida y nos preguntamos si el 155 se ha aplicado para dejarlo todo como estaba, o un poquito peor. Como leía ayer en Twitter, no es que Cataluña quiera dejar España; es que España -el Estado- lleva décadas desaparecido en Cataluña.
En ABC abren con la alcaldesa de Madrid en bici, acompañada por otros ciclistas por las calles de la capital. Titular: ‘El equipo de Carmena falseó el informe para comprar Bicimad’. Hay que ver cuánto se parece la Nueva Política a la vieja, salvo que sin falsos pudores y con prisas.
En El Mundo, una secuencia de tres fotografías muestra el momento en que Puigdemont se pone al habla por teléfono con el nuevo presidente del Parlament, Roger Torrent. El rostro de Torrent se ilumina, se nubla su mirada por la emoción y la responsabilidad. ¡Oh Capitán, mi Capitán!
El primer titular explica a la perfección por qué el PP va camino de desaparecer en Cataluña y de pegarse una mayúscula costalada electoral en el resto de España: ‘ERC toma el control del Parlament y el PP aprecia «un nuevo tono». Nosotros apreciamos en el propio partido popular un viejo tono, pero con una ‘t’ en algún lugar de la palabra.
Más dramática, La Razón titula abriendo musical: ‘Un Parlament preso de Puigdemont’. En la foto, la pantalla del móvil de Jordi Turull iluminada con la llamada entrante de don Carles para Torrent. Por cierto, que leyendo todos estos nombres elegidos democráticamente nadie sospecharía que García es el nombre más común en cada una de las cuatro provincias catalanas.