«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Pompa y circunstancia

No tengo mucho que decir de nuestra Constitución. Es un texto legal inspirado en otros similares que organiza la vida pública de manera semejante a la de los países de nuestro entorno. Nada en ella es realmente original, salvo, quizá, la organización territorial en comunidades autónomas. Es la de mayor duración de las que ha ensayado nuestro veleidoso país, y supongo que eso es ya en sí mismo un mérito.
Pero es, repito, un texto legal. No es un décalogo de comportamiento, una norma de vida, un texto revelado. Sacralizarlo es tan estúpido como convertir el Código Civil en una verdad de fe.
Sin embargo, esa es la tendencia, especialmente en los diarios de la derechita, que han encontrado en el adjetivo ‘constitucionalista’ la máxima expresión del elogio. Uno se los imagina alabando las proporciones constitucionalistas de la Venus de Milo o encontrando la sopa del cocido deliciosamente constitucional.

Felipe VI ha concedido el Toisón de Oro a su hija y heredera, Doña Leonor de Borbón, en una ceremonia que recogen en sus primeras mis cuatro cabeceras, y tres de ellas -ABC, La Razón y El País- titulan por este consejo del monarca a la Infanta: «Leonor, te guiarás permanentemente por la Constitución» (ABC), que repite El País cambiando el «permanentemente» por «siempre», y La Razón eludiendo el adverbio.

Que Leonor tendrá que guiarse en sus labores regias en su día por el texto legal fundamental de la nación, sea esta u otra Constitución, parece evidente; pero hacerlo ‘permanentemente’ o ‘siempre’ nos parece claramente abusivo. La Carta Magna no tiene nada que decir, a favor o en contra, sobre la mayoría de las cosas de la existencia, y tratar de proponerla a un hijo como norma de vida se nos antoja mezquino.
Por eso prefiero la opción de El Mundo, dónde va a parar: «Tus acciones deberán guiarse por la dignidad y la ejemplaridad». Así, sí. Por lo demás, leyendo a Teresa Rodríguez en Twitter un «usted no sabe con quién está hablando» y pidiendo a un tuitero que no la tutee porque él (o ella, no recuerdo) es un mindundi mientras que «yo soy electa», disfruto doblemente de cualquier formalidad regia.
A quienes no parecen importarles ni la Constitución ni las formas ni el sentido común ni la más elemental prudencia es a los indepentistas catalanes. El País, que no saca la foto del Rey como ilustración principal, abre con los energúmenos que asaltaron ayer el Parlamento de Cataluña, bajo el titular: ‘División, bloqueo y tensión para mantener a Puigdemont’.
Comprendo que cualquier movimiento popular exagere la calidad de sus líderes, pero tratar de hacer a Puigdemont un remedo de Churchill o Jefferson solo consigue acentuar el esperpento. Sinceramente, no sé cómo esperan que acabe toda esta historia; no se me ocurre un final feliz mínimamente realista para Cataluña y para España.
A la derecha, como para confirmar lo que digo, ‘La situación en Cataluña frena ya el crecimiento económico’.
También es foto principal de primera en El Mundo es citado asalto de esteladas. ‘Puigdemont, en vía muerta’. Y tanto.

La Razón, que da tres fotos, tres, de la ceremonia regia, titula: ‘Desobediencia a Puigemont’.

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