La misma foto en tres de mis cabeceras: Casado, de pie en el Congreso, parece enseñar con el gesto a Santamaría, sentada en su escaño, la puerta de salida. Demasiado expresiva para dejarla pasar.
Que es lo que hace El País, que prefiere una foto aérea de cómo ha dejado el incendio los alrededores de Atenas. Tampoco es lo de los populares el tema que abre en nuestro peculiar ‘diario de referencia’, que opta por este otro: ‘Trump y Juncker frenan la guerra comercial’.
Ha vuelto a pasar pero, claro, no es probable que El País lo indique: una vez más, los ladridos de Trump han traído la paz y no la guerra. El americano le ha lanzado el órdago a la Unión Europea, proponiéndole que ambas partes eliminen todos los aranceles y barreras comerciales, lo que ha puesto negro sobre blanco que aquí los grandes proteccionistas no están precisamente al otro lado del Atlántico. A Juncker, naturalmente, le ha pillado con el pie cambiado y ha dicho que bueno, que ya vamos viendo.
Abajo, oh sorpresa, ‘La llegada de migrantes desborda los servicios de acogida españoles’. ¿Quién hubiera podido preverlo, esto de que las acciones tengan consecuencias? Cerradas Grecia e Italia, toca España. No hace falta ser catedrático de Física de Párticulas para entenderlo; basta con no tener el cerebro infectado del virus progresista.
Lo del PP lo da de esta guisa: ‘Casado niega a Santamaría la cuota de poder que pedía para su equipo’. Contra el vicio de pedir, la virtud de no dar.
‘Casado rechaza una cuota de ‘sorayistas’ en su dirección’, reza el titular de El Mundo. Si Casado entiende mínimamente la política de partidos -y debe, después de quince años en el PP-, sabrá que lo recomendable, casi lo obligatorio en estos casos es el exterminio sonriente. Hay que premiar a los aliados, para empezar, y desanimar toda oposición interna para evitar el riesgo de acabar como dicen que dijo Arenas en el AVE, con un mandato tan breve como el de Hernández Mancha.
Pero no es esa, sino esta otra, la noticia con la que abren: ‘Santander modificaría su situación en España si hay tasa a la banca’. Solo los ricos pueden permitirse no tener patria (¿Onésimo Redondo?), precisamente porque en cualquier momento pueden ser de cualquier parte. Pese a su nombre, a su ficha y a su presidente, Santander es «un banco español» solo estirando mucho el sentido del adjetivo.
Abajo, entrecomillado, «Algeciras se está convirtiendo en la nueva Lampedusa». Nadie, y menos que nadie un progresista, escarmienta en cabeza ajena. Todos son siempre más listos y más buenos que los demás, que es la razón por la que se siguen emocionando con cada ‘revolución’ que salta en algún lugar del globo a pesar del historial siniestramente homogéneo del fenómeno.
España va con restraso en sus fervores, e igual que es ya de los pocos países europeos que no tiene un solo partido en el Parlamento que le ponga serias pegas al proyecto de Bruselas, va también cuando los demás vuelven en este asunto del desembarco. Es una lástima, porque es un cuento del que nos sabemos, si no el final, sí los siguientes capítulos, y no creo que a nuestra clase política le gusten.
ABC, con la foto de marras en portada, titula, poético: ‘Casado enseña los galones a Soraya’. Ganar es ganar, esto no es como el Congreso de los Diputados, aquí ni hay ni conviene que haya ‘proporcionalidad’. El ganador se lo lleva todo, y como no corte cabezas -figuradamente-, se cumplirá la maliciosa profecía supuestamente pronunciada por Arenas.
La Razón hace como si Casado no hubiera respondido a la oferta, y titula: ‘Santamaría se queda y presiona para colocar a los suyos en el PP’.