«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Rajoy el espectador

Reaccionario al fin, se me hacen muy cuesta arriba los lunes. El reaccionario es un tipo que descubre que los tópicos suelen ser ciertos y que hay pocos impulsos tan idiotas y peligrosos como el prurito de ensayar nuevas filosofías a cada rato.
Simplificando mucho, el fin de semana -o las vacaciones- es lo privado, mientras que la semana laboral es lo público. Y de lo público me descorazona especialmente ese empecinamiento implacable en volver todo donde solía y el arrastrarse de las cosas.

‘Los secesionistas insisten en Puigdemont como candidato’, leo abriendo El País, confirmándome que todo sigue como lo dejé el viernes, solo que peor, como empeora cualquier enfermedad que se descuida y toda herida cuya infección no se ataja.
‘Todos abandonan a Woody Allen’, leo debajo. La hipocresía arrogante es la piedra de toque de Hollywood, donde los comportamientos más deleznables se conocen y consienten con un alzarse de hombros mientras no salgan en los papeles ni estén de moda. Todo el mundo sabía todo de todos en ese asfixiante mundillo, pero, protagonistas obsesivos, ahora que el pus es visible y la reacción al mal se ha hecho popular con un ‘hashtag’, no hay actor o actriz, director o directriz, que no busque los focos para ensayar una pasable mueca de indignación.
En la foto, el candidato ruso Alexei Navalny encabezando una protesta, sobre el pie: «Putin reprime la protesta a dos meses de las elecciones». Navalny, al que según demoscópicas americanas podría apoyar en las urnas un 18%, es el nuevo Elbaradei, o ese ‘lobbyista’ chií cuyo nombre no recuerdo que jaleaban los medios americanos tras la caída de Saddam. Es decir, el candidato de Estados Unidos. La opinión de los rusos no parece contar mucho en este tan democrático Occidente.

ABC retoma sus pinitos de la Escuela Simbolista y abre con una romana, en uno de cuyos platillos, el que más pesa, hay un puñado de euros, mientras que en el otro está el mapa de España con los colores nacionales. Nos advierte el titular: ‘Generalizar el cupo pondría en riesgo el Estado del Bienestar’.
De los titulares con verbo en condicional no tengo mucho más que decir. En qué sentido pueda ser noticia una hipótesis, tampoco. En cualquier caso, esa medida está lejos, muy lejos de ser el principal peligro del aspecto maternal de nuestro elefantiásico Estado. La demografía es destino en un sentido más evidente.

En El Mundo leo, al fin, algo que no sabía: ‘Dos de los prófugos dejan su escaño tras la decisión del TC’. Mi desconocimiento de lo ajustado a derecho de la decisión es absoluto, pero he leído de gente que merece mi respeto en esta materia que es más que cuestionable. Castigamos a Polonia por cargarse supuestamente la división de poderes y aquí ponemos a los jueces a hacer el trabajo que debería corresponder al Gobierno. Bien.
Arriba, a la derecha, un entrecomillado como titular: «Tenéis que aportar 2,5 millones por patriotismo». Cuando la bandera se lleva en la billetera, por parafrasear a Samuel Johnson, el patriotismo se convierte en el último refugio de un mafioso.
Más abajo, ‘El viraje del PSOE desata la guerra para que el bable sea lengua cooficial’. A las autoridades asturianas les ha llegado un ejemplar de la edición catalana de ‘Cómo inventarse un país creando problemas inexistentes para idiotas’ y cuentan con el inefable PSOE, siempre traidor, para aplicarlo.

En la foto, en El Mundo como en La Razón, la Selección Española de Balonmano, que se ha proclamado campeona de Europa, por aquello de que estas son hoy nuestras glorias.
Titular de apertura en lo de Marhuenda: ‘El plan Puigdemont: aplazar el Pleno y devolver la pelota al TC’. Me gusta esa imagen como de partido de tenis; imagino a Rajoy en localidad preferente aplaudiendo las jugadas más emocionantes.

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