«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La rendición

Si el proverbial marciano, tan socorrido en estos casos, hubiera asistido a la manifestación ‘contra el terrorismo’ de Barcelona sin conocer otra cosa que nuestra historia y usos, hubiera concluido que un grupo de españolistas había atentado contra miembros de la comunidad musulmana de la ciudad y los nacionalistas pedían la independencia en la marcha como consecuencia de la matanza.

O algo así. Lo que nadie hubiera podido sospechar con la sola imagen de esa cabecera es que los asesinados eran 16 infieles inocentes y casuales y los asesinos actuaron en nombre de Alá. Pero ni con esa interpretación ni con ninguna otra imaginable podría entender qué pintaban en ese aquelarre el Rey y el presidente del Gobierno encabezando una marcha llena de pancartas y gritos insultantes para ambos.

En ABC, Rajoy y Feijóo saludan sonrientes saludando con la mano y, entre los dos, un árbol. No sé si pretende ser una metáfora de este presidente incapaz de moverse en una dirección u otra. Lo sería, en cualquier caso, errónea: los árboles tienen raíces.

‘Rajoy se niega a escuchar afrentas y exige a Puigdemont que detenga sus planes de ruptura, es el titular. Sería más exacto decir que Rajoy se niega a escuchar, en general, y que si la afrenta al Rey no fue suya, suya fue la estupidez de situarle en aquella mascarada humillante que fue la manifestación de Barcelona.

El sumario tampoco deja de tener un toque orwelliano: «El presidente abre el curso político con una llamada a mantener la unidad de todos los partidos para afrontar la amenaza terrorista». ¿Mantener? ¿Lo dice en serio? Ya sabemos que no escucha, pero ahora va a parecer que tampoco ve.

La imagen, con variaciones, abre también El Mundo, que titula por el estilo: ‘Rajoy dice que las «afrentas» de Puigdemont no varían su rumbo». Defina «rumbo», señor presidente, háganos ese pequeño favor; nos intriga.

En el sumario, «… ordena no caer en las provocaciones de la Generalitat». Desde que me alcanza la razón, no ha habido Gobierno en Madrid que haya caído en ellas, y el resultado se hizo evidente este fin de semana, como si hiciera falta.

En fin, abundan las obviedades en nuestras cabeceras. Por ejemplo, en el mismo diario: ‘La ANC se infiltró en la organización de la manifestación’. Oh, vaya, quién podría sospecharlo. Nos tememos que en mucho tiempo no veremos más marchas multitudinarias en Cataluña, ya sea para protestar contra los recortes en Sanidad o incluso para escuchar a un cantante, que no se conviertan en reivindicaciones independentistas.

La foto que abre El País es de Merkel en campaña junto a ‘alemanes’ por virtud de un papel y las declaraciones de la canciller: «Actué como debía, con humanidad» con los asilados sirios.

Seguir hablando de «asilados sirios», cuando ya cualquiera puede consultar los números en las mismísimas tablas de la ONU, es un sarcasmo sangrante, como lo es presumir de bondad tras imponer a los alemanes, sin consulta o negociación, la entrada de casi dos millones de recién llegados de culturas lejanas e incompatibles con la nuestra.

La Razón abre con una foto en la que se muestra/demuestra que el grueso de las esteladas y las pancartas insultantes para el Rey ocupaban en la manifestación de Barcelona una estrecha franja tras la cabecera. ‘Puigdemont y Colau asignaron los puestos estratégicos a los reventadores de la ANC’. Que alguien pudiera hacérse de nuevas ante lo perfectamente previsible de esta encerrona me maravilla.

Las manifestaciones deberían ser contra el Poder, y no lo son nunca. Pueden, ocasionalmente, ser contra el Gobierno, que no es lo mismo. Pero en Barcelona, ni eso. Son una demostración de fuerza y una versión de los Coros y Danzas del franquismo, organizadas con la muchedumbre como comparsa.

El titular de apertura es: ‘Los yihadistas iban a atentar también con mochilas bomba como en Manchester’, en cuyo caso, supongo, la presencia musulmana en la manifestación hubiera sido mucho mayor, los abrazos a imanes, abrumadores, y las ayudas a los inmigrantes aumentarían astronómicamente.

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