«Yo lo que pretendo es […] que no haya poderes especulativos que puedan entrar en la propiedad de la compañía y poner los medios, no solo EL PAÍS, aunque desde luego EL PAÍS es el medio insignia del grupo, al servicio de intereses bastardos o que contradigan los valores fundacionales e identitarios de EL PAÍS, que no son propiedad de la compañía, no son propiedad de los redactores, sino que son propiedad de los lectores, de los usuarios y de los ciudadanos. Es muy importante entender que el derecho a la libertad de información no pertenece a los dueños de los medios, no pertenece a los periodistas y los colaboradores que hacen los medios; es un derecho de los ciudadanos que otros administran, pero que no pueden usurpar».
¿No es hermoso? Son palabras de Janli Cebrián, que se nos va de la Presidencia de Prisa, en las páginas de El País, una entrevista con llamada en primera («Hay que preservar la autonomía de los medios») y en las que remacha la extraña ilusión de la que hablábamos el otro día: que el de los medios es un sector mágico en el que los dueños -chiringuitos financieros multinacionales, mayormente- meten dinero en una negocio ruinoso por amor a la verdad y para que los españoles estemos puntualmente informados.
Es reconfortante, en la profesión, leer cosas así; por enterarme de la fiera independencia de estos ‘notarios de la actualidad’ no me ha importado lidiar con el incómodo anuncio de un banco que tapaba toda la información y había que buscar cómo quitar de la página.
‘PSOE y PSC rechazan cualquier tipo de pactos con secesionistas’, abre hoy El País.
¿Es eso una noticia? Demos de lado la evidencia de que los socialistas nunca ‘rechazan’ nada que no estén dispuestos a aceptar a poco que cambie el viento. Pero es que, además, es un modo barato de quedar bien, porque, como todo el mundo sabe, ya no hay secesionistas.
Sí, ya sé: hemos vivido días de una república fantasma en Cataluña y de ‘Som una nació’ y tantas proclamas históricas como para llenar un tomo de la Enciclopedia Espasa, pero ahora ya sabemos que todo era de mentirijillas, con los dedos cruzados a la espalda.
Ahora, quien más quien menos, los responsables de esta pataleta institucional salen a decir que todos sabían que no había nada, que todo era simbólico, que ni estructuras de Estado ni nada de eso. Y cuando digo ‘todos’, claro, no me refieron al millar de empresas que han cambiado de sede social, ni mucho menos los millones de catalanes que se lo creyeron de la cruz a la raya.
Para la próxima vez, les sugiero una sala de arte y ensayo, un modo de expresión dramática mucho más barato para todos.
Cansados del motivo gráfico catalán, que todo acaba en sobredosis, saca El País a primera una foto representativa del penoso estado de nuestras tierras resecas y la pertinaz sequía.
También El Mundo rehúye en su primera la hasta ahora inevitable foto catalana, a favor de una niña rodeada de destrucción por el terremoto de Sarpol e-Zahab, en la frontera irano-iraquí.
Pero el titular que abre va de lo otro, de lo de siempre: ‘El TS abre a Junqueras ‘la vía Forcadell’ para que pueda hacer campaña’. También podía llamarse la ‘vía Borswana’, porque consiste en decir que se siente mucho la zapatiesta, que no lo volverán a hacer.
En ABC no se aburren del monotema, no todavía, porque supone un reto para el portadista simbólico que hace años hace y deshace a su antojo en el decano madrileño. Hoy es una mano sosteniendo un cucurucho estampado con la estelada, sobre el que llueven euros, y la leyenda: ‘Todo para el «procés», nada para los más desfavorecidos’. Con algún retoque, les ha quedado un precioso lema para la próxima campaña del Domund.
En La Razón, lo que parece el fotograma de una peli de espías: un parque otoñal, una pareja de tipos caminando juntos a lo lejos, y, en primer plano, otros dos que les siguen a una prudente distancia.
Son el ‘president’ imposible charlando con un periodista, protegido por sus guardaespaldas, dos mossos de vacaciones, como aclara el titular de apertura. Porque república de verdad no serán, pero de recursos públicos tiran como si lo fueran.
Lo cuenta el titular de apertura de El Periódico con sucinto sarcasmo: ‘Ya no tienen prisa’.