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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Dos plebiscitos

Cataluña y Venezuela copan las primeras, ambos temas referidos a una consulta electoral.
El País abre con lo primero, pero da a lo segundo la foto de portada –una marcha opositora en Caracas- y el segundo titular: ‘Voto masivo en Venezuela contra la maniobra de Maduro’. Sin cifras, ni siquiera aproximadas.
‘El Gobierno catalán fuerza la maquinaria del referéndum’, es la primera noticia. La huida hacia adelante se acelera, mientras la Moncloa mira impasible. El otro día leía la noticia de que Rajoy ha decidido “en este caso” esperar y ver, dejar que los secesionistas agoten sus cartuches. Lo gracioso es la sugerencia de que no es esta su actitud por defecto ante casi todas las crisis, su forma de no responder a las cartas para que el tiempo responda por él.
Es forzoso admitir que, desde el punto de vista político y personal, la estrategia de la pasividad no le ha funcionado demasiado mal hasta ahora, y será interesante ver hasta dónde llega Puigdemont en su delirio. Pero la imagen del Gobierno queda a la altura del betún.
ABC se centra, por necesidades del formato, en Venezuela, con una sonriente Lilian Tintori enarbolando una bandera venezolana en primer plano: ‘Exhibición de fuerza de la oposición’. Tampoco hay cifras ni estimaciones.
Dos mujeres yacen heridas por la policía chavista en la foto de primera de El Mundo, que abre con el plebiscito: ‘Venezuela vota en masa contra la deriva totalitaria de Maduro’. Tampoco se aventura cifra aproximada o estimación alguna. El diario ignora el asunto catalán en su primera.
Foto de primera también de una herida en los enfrentamientos contra Maduro en Caracas en La Razón, que abre así: ‘Avalancha de votos contra el miedo’. Una vez más, no se aventuran datos.
Debajo, ‘La Ley del referéndum anula las garantías electorales de los catalanes’. Una ley para forzar la secesión es ilegal de suyo; todo lo demás es secundario. Por otra parte es forzoso reconocer que las independencias que se han logrado de forma ‘legal’ en la historia se pueden contar con los dedos de una mano.
 
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