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Fundador del Media Research Center

Brent Bozell: «Los conservadores debemos convertirnos en contadores de historias»

Brent Bozell, presidente fundador del Media Research Center (fotos: Álex H. Poles)

Brent Bozell (Washington, DC, 1955), fundador y presidente del Media Research Center, el principal organismo de control de la Prensa en los Estados Unidos, ha dedicado toda su vida al análisis de los medios de comunicación y tiene un descomunal conocimiento de todos los errores cometidos por la derecha estadounidense y, por extensión, la derecha de todos los países, en su incómoda relación con la Prensa. Por eso, por todo lo que sabe, es por lo que es necesario escuchar sus reflexiones sobre lo que debe ser el futuro de esa relación.

Brent Bozell, bienvenido a La Gaceta. Según Gallup, la confianza de los estadounidenses en dos facetas de los medios de comunicación —los periódicos y los informativos de televisión— ha caído a mínimos históricos. Sólo el 16% de los adultos estadounidenses dice tener «mucha» o «bastante» confianza en los periódicos y sólo el 11% confía en los informativos de televisión. Son cifras ridículas, sobre todo cuando conocemos que han bajado cinco puntos porcentuales desde el año pasado. ¿Por qué?

Me pregunto por qué hay un 16% de gente que sigue confiando en los medios de comunicación [ríe a carcajadas]. Esto es consecuencia de que los medios proyectan constantemente una agenda militante y luego exigen que se acepte esa agenda como una verdad objetiva.

En los medios hay dos tipos de sesgo. Está el sesgo por comisión, que es el que distorsiona deliberadamente una historia para que el lector la lea desde tu perspectiva y eso incline la conclusión hacia lo que el medio pretende conseguir usando el relato como un arma política. Es un sesgo por encargo. Pero en los últimos años hemos sufrido la aparición de otro sesgo mucho más peligroso, que es el sesgo por omisión, que es el que ocurre cuando no se informa de una noticia si va en contra de la narrativa izquierdista. Eso es lo que ocurre desde hace tiempo y de forma habitual en los medios de noticias estadounidenses.

¿El mandato de Trump podría ser un ejemplo?

Sin duda. Fijémonos en la cobertura que los medios dieron a la Administración Trump. Cada mes, durante todo su mandato, alrededor del 95% de las noticias sobre Trump fueron negativas. Así mes, tras mes, tras mes… Hubo un mes en el que se alcanzó el cien por cien. ¿Cómo puede un medio de noticias objetivo tener un 95% de historias negativas sobre una Presidencia? Te guste o no Donald Trump, la realidad es que tiene una lista interminable de logros. A esos logros sólo le concedieron, en el mejor de los casos, un 5% de las informaciones. Ese es el sesgo por omisión. Por eso, cuando llegó el momento de votar en 2020, las personas que seguían los medios de comunicación regulares no estaban informadas de lo que Donald Trump había conseguido. Esto daña también a los medios, porque cuando suficientes personas se informan por otras vías, acaban llegando a la conclusión lógica de que los medios de comunicación no son fiables.

«Los medios son hoy la punta de lanza y el altavoz que amplifica el mensaje de la extrema izquierda en América»

Esas cifras reflejan una realidad. La Prensa se suicida y no hay reacción de supervivencia. ¿Por qué?

Buena pregunta.¿De qué modo podrían sobrevivir? Hay dos formas. O bien reconocer que lo estaban haciendo mal o redoblar la apuesta. Lo primero es imposible. La izquierda nunca admitirá lo que hace mal y jamás cederá el control que tiene sobre los medios de comunicación. A la izquierda le encanta este control y no va a renunciar a él, así que toma el segundo camino, que es el de redoblar la apuesta y se vuelve más militante que nunca. Hoy, la prensa estadounidense ni siquiera pretende ser objetiva. Ya ni siquiera se defiende. Se ve a sí misma embarcada en una misión. Los medios son hoy la punta de lanza y el altavoz que amplifica el mensaje de la extrema izquierda en América. Y no tienen problema en ello. Lo ven bien. ¿Les avergüenza reconocerlo? Ya, no.

A pesar de lo que algunos piensan, o dice, la Presidencia de Donald Trump no inició ese incendio. ¿Cuándo piensa usted que comenzó el declive y la caída de la confianza de los estadounidenses en los medios de comunicación?

Con Ronald Reagan. Cuando se presentó por primera vez a la Presidencia, los medios de comunicación contaron dos historias sobre él que eran absolutamente falsas. Una decía que era un viejo tembloroso que no sabía lo que hacía, pero cuanto más veías a Ronald Reagan, más te dabas cuenta de que era un hombre con sustancia. La segunda historia falsa es que era un hombre peligroso que nos iba a meter en una guerra mundial… pero cuanto más veías la bondad de este hombre, más sabías que eso tampoco era cierto. Y se convirtió en lo que llamaban el presidente teflón. Cuanto más lo atacaban, más fuerte se volvía. Aquello actuó como un búmeran sobre los medios, y eso es lo que me llamó la atención desde la trinchera política en la que yo estaba en aquel momento.

¿No hubo reacción en aquel momento y en aquella trinchera conservadora en la que usted se encontraba?

Sí que la hubo, pero no despegó hasta 1990 con el programa de radio de Rush Limbaugh. En aquel momento no había un programa con un punto de vista conservador en ninguna parte. La izquierda lo controlaba todo en los medios de comunicación. Todo. Rush Limbaugh llegó en 1990 y despegó como un cohete porque cuanta más gente le hacía daño, más gente decía, «eh, un momento, ese hombre piensa como yo; su visión del mundo es mi visión del mundo». Por eso su audiencia se disparó. Rush Limbaugh tuvo éxito porque fue, con toda certeza, el hombre más extraordinario en la historia de la radio americana.

«¿Cuándo fue la última vez que viste una noticia negativa sobre Black Lives Matter? ¿Cuándo fue la última vez que viste una historia exponiendo a sus líderes por lo que son?»

¿Qué momento identifica como clave en la aparición de la cultura de la cancelación?

No empezó en los medios de comunicación. Creo que la cultura de la cancelación comenzó en el mundo académico. Es verdad que no hay mucha diferencia entre la Academia, los canales de entretenimiento y los medios informativos, porque estas tres instituciones están impulsadas por esta grandiosa realidad distorsionada de autoimportancia donde se ven a sí mismos en una misión profética para cambiar el mundo. El mundo académico fue quien comenzó a decir qué era lo correcto, lo incorrecto y lo que no podía ser enseñado. De inmediato, Hollywood se pegó a la Academia y, tras él, los medios de comunicación.

¿Cuándo empezó a ocurrir?

Con Barack Obama. En su mandato, la política se racializó. Si te te oponías a la izquierda eras racista y debías ser expulsado de la conversación pública.

Durante el primer día oficial de la Conferencia anual de Acción Política Conservadora (CPAC), usted arremetió contra «los deshonestos y corruptos medios de comunicación por la forma en que cubren o no cubren las noticias». Usted, y cito, aseguró que «ya no son liberales, sino marxistas en toda regla». ¿Cómo es posible?

¿Cómo es posible en América?

Eso es. Entiendo que sea posible aquí, en España, pero no en los Estados Unidos.

En toda mi vida jamás pensé que vería eso. Hubo un tiempo en el que la distinción que hacíamos en los medios era entre un progresista y un izquierdista. Hoy en día tenemos que distinguir entre izquierdistas y marxistas. Si nos fijamos en el movimiento Black Lives Matter, su manifiesto llama a la destrucción de la Civilización Occidental. Observe a sus lideres. Ellos mismos se declaran marxistas. Si nos fijamos en el movimiento de la Teoría Crítica de la Raza, veremos que está diseñado como una técnica de campo de reeducación maoísta que ya ha adoctrinado a una nueva generación de americanos en la creencia de que América es un país racista y malvado. Además, tienes a los antifa que forman un movimiento anarquista que cree y promueve abiertamente la violencia.

¿Por qué los menciono a todos? Porque los medios de comunicación nacionales los promocionan a todos. ¿Cuándo fue la última vez que viste una noticia negativa sobre Black Lives Matter? ¿Cuándo fue la última vez que viste una historia exponiendo a sus líderes por lo que son? ¿Cuándo fue la última vez que viste una historia negativa sobre la Teoría Crítica de la Raza? ¿Cuándo fue la última vez que viste una historia negativa sobre el Proyecto 1619? Nunca lo verás. Invitan a los antifa a las cadenas y proyectan el marxismo. Bien, pues si los medios ayudan y promocionan a los marxistas, podré llamarlos marxistas.

Los hispanos, la primera minoría de Estados Unidos y en ascenso, tienen valores familiares, morales y de identidad que distan mucho de los valores que la izquierda proclama como superiores. Cito al presidente Reagan cuando dijo que «los latinos son republicanos, pero todavía no lo saben». ¿Por qué no lo saben todavía?

Hace seis o siete años iniciamos un proyecto en el Media Research Center para analizar los medios hispanos de los Estados Unidos al que bautizamos como «MRC Latino». Nadie los estaba analizando. De hecho, se puede concluir que los medios latinos están a la izquierda de los medios anglosajones. Por ejemplo, Univisión recibió una subvención de 25 millones de dólares del Gobierno para promover el Obamacare. El presidente de Univisión era un gran partidario de Hillary Clinton y le dio gratis todo el tiempo que quiso. Aquello era ilegal, pero lo hicieron de todos modos, porque nadie los analizaba.

Lo que el MRC Latino ha observado es que las cadenas hispanas proyectan sobre los inmigrantes que acaban de cruzar la frontera y no hablan inglés una perspectiva de los Estados Unidos como una nación de izquierdas. También es interesante que cuando dejan de ver esas cadenas porque quieren americanizarse, continúan recibiendo la narrativa de la izquierda, sólo que de forma diferente. El Partido Demócrata sabe la importancia de registrar como votante a un inmigrante que ha conseguido la nacionalidad, mientras que el Partido Republicano es bastante arrogante al respecto y hasta ahora no se daba cuenta de su histórico despiste.

«Si todas tus ideas son maravillosas de entrada, pero la prensa las lanza al pueblo americano como ideas malvadas, entonces da igual lo que hagas»

¿Ahora ya sí lo han comprendido?

Empiezan a darse cuenta de la realidad, pero el problema es que los republicanos creen que la forma de llegar a un latino es a través de las cuestiones económicas. Hablar de oportunidades y empleos está muy bien, pero si de verdad quieres llegar a un hispano tienes que hablarle de cultura, de familia, de tradición. Háblale de religión… Ahí es donde está su fe. Por desgracia, los republicanos se sienten incómodos hablando de esas cosas porque tienen miedo de ofender a alguien. Nosotros intentamos decirles a los republicanos: «hablad ese lenguaje porque es su lenguaje». La derecha estadounidense necesita aprender el lenguaje de los hispanos.

Conocemos bien los pecados de la izquierda en este camino hacia la irrelevancia de los medios de comunicación. Bulos, sesgo calculado en toda la información clave, el abrazo de la cultura de la cancelación y un largo etcétera. Lo pudimos ver durante el mandato de Donald Trump y, sobre todo, durante el proceso electoral que dio la victoria a Joe Biden. Pero repartamos las culpas. ¿Qué han hecho mal los conservadores en este desastre?

Los conservadores no han entendido bien el poder de la prensa. Cuando fundé el Media Research Center en 1987, uno de mis objetivos era que los conservadores comprendieran que lo primero en su lista diaria de tareas era luchar contra los medios de comunicación de la izquierda. Si la derecha no combatía a la prensa, daba igual que trataras de solucionar el problema racial, o tu apoyo a Israel… Incluso apenas importaba el bien que hicieras desenmascarando a la Unión Soviética. Si todas tus ideas son maravillosas de entrada, pero la prensa las lanza al pueblo americano como ideas malvadas, entonces da igual lo que hagas.

Eso parece de primero de comunicación política. ¿Por qué no lo hicieron? 

Hasta hace poco, los conservadores no querían enfrentarse a la prensa. Algunos de ellos porque pensaban que se rebajaban. Otros porque para qué molestarse si era una causa perdida. Hubo incluso quien alegó que estaba demasiado ocupado… Cualquiera que fuera la razón, no lo hicieron y el movimiento conservador no avanzó. Los único avances llegaron con liderazgos como el de Ronald Reagan o el de Donald Trump. Pero tan pronto como Trump terminó, Joe Biden llegó y lo deshizo todo, igual que deshicieron mucho de todo lo bueno que había conseguido Reagan.

La lección que debemos extraer es que sólo vas a ser capaz de mantener el impulso de una revolución de las ideas si puedes conseguir que la verdad fluya y tu mensaje llegue sin distorsiones al pueblo. Lo mejor que tenemos los conservadores es que tenemos unas ideas que han sido probadas una y otra vez y siempre han tenido éxito. ¿Qué puede enseñarnos la izquierda?. ¿Pueden mostrar una sola nación sobre la faz de la Tierra donde la izquierda, el socialismo, su visión marxista del mundo, haya tenido éxito…? No. No pueden mostrar una sola nación gobernada por la izquierda en la que no haya habido un colapso económico o social. O los dos a la vez, que es lo más habitual.

Los conservadores tenemos el experimento americano y el excepcionalismo americano. Tenemos la máquina económica más productiva y fuerte de la historia de la humanidad para demostrarlo. Tenemos el liderazgo del Mundo Libre en las guerras mundiales para demostrarlo. Tenemos una Sociedad próspera gobernada por la Ley y el Orden. Sin embargo, perdimos la ventaja y la perspectiva cuando dejamos de luchar contra los medios de comunicación. Una de las razones por las que Trump ganó en 2016 fue porque se enfrentó a ellos. El movimiento conservador podría ganar muchas batallas si confronta sin miedos a la prensa sesgada.

«Sólo hay una ocasión en la que los medios de comunicación son amables con un conservador y es cuando ataca a otro conservador»

Ya me ha contestado en parte, pero me gustaría conocer su opinión sobre la conveniencia o la oportunidad de enfrentarse a los grandes medios de comunicación como hizo y hace el presidente Trump. Todos conocemos a muchos conservadores que tienen reparos en ese punto en concreto.

Tengo una teoría, y es la de que Jesucristo nos enseñó a poner la otra mejilla, pero sólo porque nunca oyó hablar de los medios de comunicación nacionales. Si hubiera sabido de ellos, habría dicho que devolviéramos la bofetada [Bozell vuelve a reír con ganas]. Hay conservadores que creen que no hay que molestarlos porque los enfados a los medios de la izquierda les duran mucho tiempo. En serio, ¿cuándo fue la última vez que un periodista quiso hacerse amigo tuyo? Te atacaron, ¿o es que acaso no lo recuerdas? Algunos creen que por ser cariñosos con los medios no van a atacarte de nuevo. En cierto sentido, insultas a un periodista cuando intentas razonar con él. Los medios no quieren ser amables, por eso están ahí. Así que al conservador que dice eso de «sé amable con la prensa»», le pregunto: ¿cuántas batallas has ganado así? Sólo hay una ocasión en la que los medios de comunicación son amables con un conservador y es cuando ataca a otro conservador. Entonces, sí que se interesan por ti. No hay que darles cuartel. Miro a los reporteros y pienso que son unos fraudes periodísticos porque no tienen ninguna intención de ser justos y equilibrados…

Recuerdo que en la CPAC de 2022, un orador pidió a la multitud republicana que fomentara la creación de una nueva generación de escritores, guionistas y periodistas en lugar de una nueva generación de abogados, jueces del Tribunal Supremo o congresistas. Fue un discurso importante para el futuro. Pero, ¿cómo lograrlo desde la conciencia de que el mundo académico, como ha dicho antes, es hoy el vértice de la cultura de la anulación del libre pensamiento y de la libertad de expresión?

Creo que el sentimiento es correcto, pero la receta no lo es. No tenemos que estar en los medios de comunicación. Tenemos que entender que los medios de comunicación están llegando a su fin. Entramos en la era de la información, en la que te guste o no, y a mí no me gusta, si quieres información la obtienes de inmediato en tu teléfono. Ya no tienes calidad de información. Por eso, mi receta es diferente. Mi receta es que tenemos que convertirnos en una nación de narradores.

Los conservadores tenemos historias maravillosas que contar, pero no sólo historias políticas. Eso es muy aburrido. Mira lo que le ocurrió a Mel Gibson cuando llevó a Hollywood su proyecto de rodar La Pasión de Cristo. Hollywood se negó, le dijo a Gibson que nadie querría ver esa historia, que era algo estúpido… Entonces, Gibson dijo que la produciría él mismo y recaudó más de seiscientos millones de dólares porque rodó la más exitosa película sobre la pasión de Cristo porque era lo que la gente estaba esperando que alguien le contara.

Hay tantas historias que podemos contar y en las que podríamos proyectar nuestros valores, nuestros principios, nuestra visión del mundo… Pero hay que hacerlo culturalmente aprovechando todos los canales, la televisión, las películas… Yo les digo a los conservadores que aprendan a comunicarse en un mundo nuevo y valiente. Debemos entrar en el negocio de contar historias.

«Debemos entrar en el negocio de contar historias, y hacerlo igual que la izquierda, con la mirada puesta en el largo plazo»

Hollywood no parece que esté a favor de permitirlo…

Fíjate lo bien que lo ha hecho la izquierda en Hollywood. Fíjate, por ejemplo, en el movimiento por los derechos de los gays. Durante 30 años, y sobre todo en la televisión, proyectaron el mundo homosexual de una manera positiva. Empujaron y empujaron y empujaron, y al final rompieron todas las barreras hasta el punto de que ahora puedes ver a dos hombres gays teniendo sexo y está bien. Cambiaron toda la cultura y esa es su victoria. Pero no lo hicieron a través de los medios de comunicación, ni con la política… Lo hicieron a través de la narración de historias.

El movimiento provida, que está tan horrorizado por lo que está pasando, debería pensar que está obligado a ir 30 años hacia atrás para ahora ir en la dirección opuesta. Tienen que hacerlo. Tienen que contar la historia de la familia americana, proyectar la bondad de la familia nuclear y deben hacerlo contando historias a través de los canales de entretenimiento. No tienen más remedio que hacerlo con ese millar de historias que podrían contar, y hacerlo igual que lo hace la izquierda, con la mirada puesta en el largo plazo.

¿Ha encontrado el Media Research Center un modelo clave en algún país, y es evidente que España no lo es, para librar la batalla cultural desde una renovada confianza en los medios de comunicación?

No lo he visto pero eso no significa que no exista. Si tienes un sesgo definido, no finjas que no lo tienes. Todo el mundo tiene un sesgo. La objetividad pura no puede existir, pero la idea de ser honrado y tener una visión honrada del mundo y proyectarla, funciona. En algunos países como Gran Bretaña, Francia, puede que España, y en algunos estados de los Estados Unidos, hay ciudades que tienen dos periódicos, uno izquierdista y otro conservador. Es bueno que la gente sepa diferenciar.

Pero aquí está el problema. Se podría decir lo mismo de la televisión en Estados Unidos con Fox News que es conservadora y la CNN que es izquierdista. Pero el problema es que ninguna de las dos, y me voy a meter en problemas con mis amigos de Fox, informa ya casi de nada. Casi todo es cháchara. Cada vez más te metes en tu silo de conservador o en tu silo de izquierdista y no te interesa salir afuera. Creo que eso es trágico. Es trágico que Fox no llegue a más izquierdistas y que informe sobre la perspectiva de la izquierda. ¿De qué tienen miedo? Es trágico que la CNN, que siempre ha sido liberal pero que en un tiempo atrajo a conservadores… Fíjese que a mí me llamaban de la CNN todo el tiempo para atacarme y pienso que aquello era muy sano. El periodismo de hoy es insano porque el público no sabe a dónde ir para que le informen sobre lo que de verdad ocurre.

En el espinoso asunto de las redes sociales, parece que hay una pequeña, casi diminuta luz al final del túnel. Las grandes tecnológicas, como el nuevo Twitter de Elon Musk, parecen querer adoptar una política de neutralidad y de beligerancia calculada frente a la cultura de la cancelación. Queda por ver si la luz no es un camión que viene de frente. ¿Qué puede hacer el Media Research Center para apuntalar este cambio de tendencia?

-Hace varios años hubo un debate en Facebook sobre qué hacer con las distorsiones e invenciones en Facebook mientras la empresa ganaba millones de dólares proyectando cosas que no eran ciertas. Había un problema ahí y sigue habiendo un problema. Aquel debate en Palo Alto tenía que ver sobre la composición exacta de una junta que supervisara un problema a largo plazo para la propia empresa. Lo que al final Facebook terminó haciendo fue crear fue una supervisión que supervisara lo que la supervisión supervisaba. Ya ves a dónde va esto. Cuando la reunión terminó, yo deslicé una nota en la que decía que para que Facebook pudiera sobrevivir, debería deshacerse de todo y convertirse en un mercado abierto que permita a las ideas florecer. Por supuesto, con ciertas limitaciones en las que todos podemos estar de acuerdo sobre terrorismo, pederastia y similares… Pero salvo excepciones muy concretas, se debe permitir hablar. Sin trucos. Sin nada. Simplemente permitan la libertad de expresión de las ideas.

Creemos en la economía de mercado, así que dejemos que el mercado, que tiende a tomar muy buenas decisiones, decida. No sé de qué otra forma podemos trabajar en un valiente mundo nuevo de la información.

¿Hasta qué punto podemos ser optimistas en que ese mensaje haya calado en las tecnológicas?

No soy optimista respecto a la tecnología. La gente mala entiende muy bien cómo usar para el mal las máquinas. Mira Al Qaeda o los propagandistas rusos… No estoy seguro de cómo se puede detener eso, pero lo que sí sé es que nunca se va a devolver al mundo a su órbita correcta mientras no se restablezca la conversación. Por lo tanto, la censura es la mayor amenaza a la libertad en todo el mundo. Nos dicen lo que se puede pensar e incluso cuándo pensarlo… Le pongo un ejemplo: si usted dijera que es bueno enseñar la transexualidad en los colegios y mi reacción fuera pensar que eso es horrible, mi siguiente idea sería que no puedo decir lo que pienso. Y ahí es cuando la izquierda ha ganado. La izquierda vence cuando no puedes expresar lo que piensas.

¿Qué plan tiene el Media Research Center para articular una contraofensiva que necesitamos? Sé que hay una conferencia importante en Bruselas…

Eso es muy importante. Queremos reunir en la conferencia de Bruselas a diferentes movimientos de toda Europa para firmar una declaración conjunta que abrace el derecho de la humanidad a la libertad de expresión y que denuncie los esfuerzos totalitarios para suprimir la libertad de expresión. Esta no es una posición conservadora ni es una posición izquierdista… es una posición humana. Y queremos proyectarla así. Sabemos que hay gente de izquierdas que está de acuerdo con nosotros. Veremos si al final se unen. Empezaremos en Bruselas y luego trataremos de ampliarla a Norteamérica y Sudamérica. La idea del Media Research Center es iniciar una conversación internacional sobre el derecho inalienable del hombre a la libertad de expresión. Esa es la dirección que queremos seguir.

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