La esquizofrenia y el postureo de los separatistas son ya rasgos que se pasan por alto.
La idea es animar a la gente corriente a que ponga su casa a disposición de refugiados con los que conviviría, la propone la Plataforma Refugees Welcome -que recientemente ha ‘abierto tienda’ en Barcelona y que se propone una meta de cuarenta ‘convivencias’- y ha sido dotada con 40.000 euros por el Ayuntamiento de Ada Colau.
La Plataforma es sucursal de un movimiento que llega, como suele suceder, de Alemania, donde las experiencias de convivencia entre familias autóctonas y ‘refugiados’ han sido algo más difíciles -y en ocasiones traumáticas- de lo que están dispuestos a reconocer sus organizadores.
El teniente de Alcaldía de Derechos de Ciudadanía del Ayuntamiento de Barcelona, Jaume Asens, y la presidenta de Refugees Welcome, Susana Hidalgo, han anunciado el nuevo convenio en una rueda de prensa en la que se ha hecho balance de la prueba piloto. Asens ha señalado que la iniciativa no es «ni asistencialismo ni caridad, sino solidaridad mutua y acompañamiento a estas personas que viven entre nosotros», mientras que Hidalgo ha explicado que hay listas de espera precisamente porque las asignaciones se basan en la afinidad y ha puesto énfasis en que «no son alquileres gratuitos, se pacta y se comparten gastos de la casa, por lo que probablemente está al alcance de muchas personas que quieren acoger».
Acoger en la propia casa a un extraño, refugiado o no, conlleva riesgos evidentes -meticulosamente ignorados por los medios al uso- y supone un loable y generoso esfuerzo por ayudar a la integración de personas que llegan de lugares lejanos, culturas con otros valores y visiones del mundo. Por eso sorprende en las autoridades municipales de Barcelona el llamativo contraste entre este esfuerzo por acoger e integrar a quienes llegan de países remotos con la demonización constante de quienes, teniendo sus raíces en otros puntos de España, llevan en ocasiones toda una vida viviendo en la capital catalana.
El desplante de Ada Colau al Rey de España con motivo de la ceremonia de inauguración del Mobile World Congress fue sólo el último gesto de desprecio de una edil que no ahorra ocasión de alinearse con quienes, al hablar de ‘un sol poble’ para referirse a la voluntad secesionista, dejan fuera de la ciudadanía a una mitad larga de catalanes.
En julio de 2017, la entidad ya recibió una subvención del Ayuntamiento de Barcelona de 15.000 euros para que se llevara a cabo una prueba piloto en la ciudad. ¿El resultado? Sólo 13 personas han aceptado la propuesta de convivencia de Refugees Welcome.
La esquizofrenia y el postureo de los separatistas, tan prontos a vestir con la estelada a cualquiera que se preste llegando de sociedades sin punto alguno de contacto con Cataluña como a calificar de ‘colonos’ a sus conciudadanos no separatistas, son ya rasgos que se pasan por alto. Pero quizá se podía sugerir la creación de una plataforma similar a la presidida por Hidalgo, esta que anime a convivir en la proximidad de un mismo hogar a los catalanes del lazo amarillo con los que tienen la intención de que Cataluña siga siendo España.
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