«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
tanto FAES como el PP coinciden con el PSOE en anteponer sus fobias personales

Aznar apoya la coalición popular socialista de Bruselas contra Trump

Imagen generada con inteligencia artificial

La Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), vinculada históricamente al Partido Popular, ha publicado recientemente un artículo titulado «El día de la confiscación», donde carga con dureza contra la política comercial del presidente estadounidense, Donald Trump. El texto denuncia su proteccionismo, al que acusa de victimizarse frente al orden económico global y de poner en marcha barreras arancelarias que podrían derivar en una guerra comercial internacional.

Sin embargo, resulta llamativo que, mientras FAES se muestra crítica con el trumpismo, mantenga un silencio absoluto frente a las políticas igualmente proteccionistas y asfixiantes que emanan desde Bruselas. La Unión Europea ha venido imponiendo una regulación cada vez más estricta sobre sectores clave como la energía, la agricultura o la industria, bajo el paraguas del Pacto Verde Europeo y otras iniciativas intervencionistas que han perjudicado gravemente a productores, empresarios y consumidores por igual.

Más aún, la fundación ha evitado mencionar que esas políticas han sido impulsadas y respaldadas, durante años, tanto por el Partido Popular Europeo como por los socialistas europeos, en un consenso tecnocrático que ha alejado las decisiones de las realidades nacionales. La UE ha adoptado una agenda fiscal y regulatoria que en muchos casos ahoga la competitividad de las economías del sur de Europa, incluyendo a España, mientras FAES enfoca sus críticas hacia otros actores internacionales.

Sumisión al relato de la Comisión… y a Pekín

De este modo, tanto FAES como el Partido Popular terminan sumándose al PSOE en su crítica a Trump y alineándose con la Comisión Europea en una escalada comercial que recuerda más a un enfrentamiento ideológico que a una estrategia diplomática. En lugar de optar por alternativas pragmáticas, como las de Javier Milei en Argentina o Giorgia Meloni en Italia —líderes que han preferido el camino de la negociación y el realismo frente al histerismo institucional contra Trump—, el PP se alinea con el discurso dominante en Bruselas, contribuyendo a una política exterior marcada por el dogmatismo y no por los intereses nacionales.

A esto se suma un hecho aún más revelador: con su silencio, FAES parece respaldar tácitamente la creciente inclinación estratégica de Bruselas hacia China, convertida en socio prioritario de la Unión en aspectos clave como la transición energética, la tecnología o la inversión industrial.

Todo esto ocurre mientras el Partido Popular mantiene un acuerdo de cooperación con el propio Partido Comunista Chino, lo que plantea serias contradicciones ideológicas y estratégicas. Es difícil comprender cómo se puede defender el libre mercado y al mismo tiempo colaborar con un régimen autoritario que lo restringe sistemáticamente.

También llama la atención que, en lugar de buscar una interlocución directa y razonable con la Casa Blanca para defender los intereses de España —como hacen otros líderes—, tanto FAES como el PP coinciden con el PSOE en anteponer sus fobias personales y un dogmatismo ideológico a cualquier cálculo estratégico o nacional. En un contexto global cada vez más incierto, renunciar a ese diálogo no es sólo una torpeza táctica: es una claudicación diplomática que debilita la ya erosionada posición internacional de nuestro país.

VOX y Abascal: una postura coherente

En contraste con esta postura ambigua, VOX es el único partido nacional que ha mostrado coherencia en este terreno. El propio Santiago Abascal ha afirmado que «populares y socialistas han arrastrado a España a una guerra comercial suicida. La única solución que ofrecen es someterse más a China, continuar guerras y censurar a quien lo denuncia».

Al mismo tiempo, ha dejado claro que no comparte los aranceles de Trump, por considerarlos perjudiciales para la economía global. En su intervención en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en Washington, Abascal declaró que «las verdaderas cargas a nuestra economía no son los aranceles anunciados por Estados Unidos, que ojalá no lleguen. Los verdaderos aranceles son el Pacto Verde, los impuestos abusivos y la regulación ‘woke’. Esa es nuestra ruina».

Además, durante un acto en Valladolid, enfatizó que «no es lo mismo apoyar a Trump que los aranceles. No encontrarán una sola declaración de nadie de VOX apoyándolos. Al contrario, verán declaraciones mías en España, e incluso en Washington, en la Convención Conservadora, diciendo que no queremos esos aranceles». Esta doble posición rompe con los alineamientos tradicionales —como el atlantismo acrítico o el europeísmo tecnocrático— y evidencia una aproximación más realista y pragmática en materia de política internacional.

En tiempos en los que tanto el proteccionismo como la hiperrregulación se entrelazan en ambos lados del Atlántico, la crítica selectiva no sólo desvirtúa el análisis, sino que delata una postura más ideológica que objetiva. Y en ese sentido, el silencio de FAES sobre Bruselas —y sobre Pekín— dice tanto como sus palabras sobre Trump.

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