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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cinco años al servicio de los españoles

Felipe VI y doña Letizia conmemorarán este miércoles su lustro de reinado con un acto en el Palacio Real acompañados de la princesa Leonor y la infanta Sofía en el que condecorarán a 41 ciudadanos de toda España de entre 19 y 107 años y considerados como un ejemplo para la sociedad civil.

Fue el 19 de junio de 2014 cuando don Felipe fue proclamado rey por las Cortes tras la abdicación de su padre, Juan Carlos I, y se dirigió a los españoles expresando su intención de hacer realidad «una monarquía renovada para un tiempo nuevo».

Cinco años después, los reyes repetirán la forma en que celebraron su primer aniversario y, al igual que en aquella ocasión, impondrán en el Palacio Real la Orden del Mérito Civil a ciudadanos que representan la realidad del día a día en España.

Desafío separatista y ataques a la corona

El primer lustro de reinado de Felipe VI ha tenido en el desafío independentista de Cataluña su momento más complejo, aunque también ha estado salpicado de episodios de desaire a la figura de Felipe VI, de retirada de símbolos o de cuestionamiento de la legitimidad de la monarquía.

El nuevo contexto político que se encontró el rey tras el relevo en el trono, caracterizado por el auge del secesionismo catalán y el surgimiento de formaciones partidarias de la república, dio pie en los últimos años a iniciativas contrarias a la Corona.

Los gestos más adversos han procedido de Cataluña, en especial, desde su mensaje del 3 de octubre de 2017 para denunciar los planes de ruptura, por el que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, y su antecesor, Carles Puigdemont, le exigieron una disculpa.

El pronunciamiento más severo fue la reprobación a don Felipe del Parlamento catalán el 11 de octubre de 2018, en la que se pedía abolir la Corona por ser una institución «caduca y antidemocrática».

Varios consistorios catalanes, como Cervera -municipio que da nombre al título de condesa que ostenta la princesa Leonor-, Manresa y Arenys de Munt, han declarado a Felipe VI «persona non grata», algo que ha pretendido, sin éxito, el de Barcelona.

A ello se han unido varios episodios de quema de fotos promovidos por la CUP y el que se colgara una pancarta («El rey español no es bienvenido en los países catalanes») antes del homenaje las víctimas de los atentados yihadistas en agosto del pasado año.

Otro momento incómodo han sido las finales de la Copa del Rey de fútbol con los pitidos a su figura y al himno español.

A escala nacional, Podemos e IU han sido los más activos a la hora de cuestionar al monarca, con mociones municipales de reprobación de su papel.

«Nosotros estamos en el Parlamento porque nos han votado los españoles. Algunos son jefes de Estado porque son hijos, nietos o bisnietos de una dinastía. Tenemos mucha más legitimidad porque nos vota la gente», dijo el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en 2016.

En Navarra, el gobierno foral de Uxue Barkos acordó en 2016 no invitar a miembros de la Casa Real al acto de entrega del Premio Príncipe de Viana, el mayor galardón cultural de la región, con lo que se rompió la tradición que se mantenía desde hacía dos décadas.

El tradicional discurso de Nochebuena de Felipe VI nunca se ha emitido por el canal autonómico vasco ETB y en los últimos tres años, la TV3 catalana lo ha relegado a su canal informativo 3/24.

Otra polémica que suscitó la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, fue retirar el busto de Juan Carlos I del salón de plenos por no ser ya jefe de Estado, pero sin colocar el don Felipe, como obligó una sentencia.

El exigente lustro de la reina Letizia

Rayando el millar: 999. Esas han sido las actividades oficiales que doña Letizia ha protagonizado en los cinco años transcurridos desde que Felipe VI asumió la jefatura del Estado y ella se convirtió en reina.

Una media de doscientos actos por año en solitario o en compañía del rey en los que ha tenido oportunidad de contactar con representantes de los más diversos sectores de la sociedad.

Siempre ha estado marcada de cerca por los objetivos de los reporteros gráficos, que en muchas ocasiones superan en número a los que son testigos de los actos que el rey protagoniza en solitario y que la hacen partícipe involuntaria de duelos estilísticos con otras reinas o primeras damas.

Con ello ha tenido que convivir este lustro, con las exigencias como reina, como madre y como mujer provenientes de ámbitos dispares, y con su propia exigencia por el perfeccionismo. Se la exige y se exige.

Esa lupa constante puesta sobre ella puede explicar que haya intentado buscar espacios de privacidad como algunas vacaciones cuyo destino sigue siendo ignoto junto al monarca, la princesa Leonor y la infanta Sofía.

Inevitables han sido también las comparaciones con la reina Sofía, con quien compartió portadas ante la catedral de Palma a cuenta de un desencuentro por una foto con la princesa de Asturias.

Entre los momentos vividos estos años seguro que guarda en un lugar preferente ese 30 de enero del año pasado en el que el rey impuso a la princesa Leonor el Toisón de Oro como símbolo de continuidad dinástica.

Y otro especial en el que su rostro delataba su orgullo de madre: la lectura del artículo 1 de la Constitución por la heredera del trono el día que cumplía 13 años.

En esta media década, la reina ha ido conectando especialmente con ámbitos como el de la salud y la educación y se ha volcado en apoyo a asociaciones que trabajan contra las enfermedades raras, contra el cáncer o contra las enfermedades mentales.

También ha respaldado iniciativas en beneficio de los discapacitados (es presidenta de honor del Real Patronato sobre Discapacidad) y ha actuado como embajadora especial de la FAO para la nutrición.

En total ha realizado unos 53 viajes, sola o junto al rey, a quien, sin embargo, no ha acompañado en las tres cumbres iberoamericanas que se han celebrado desde 2014.

Desde Zarzuela se destaca su interés por la formación profesional como elemento fundamental de preparación e incorporación de los jóvenes al mundo laboral, así como su intención de colocar a la mujer como referente en sus actividades y comprometerse en todo momento en la lucha contra la violencia machista.

Cinco años en los que tenido que poner en práctica toda la preparación acumulada en su etapa como princesa de Asturias y en el que aseguran que acentuó su afán perfeccionista por conocer en detalle datos y pormenores de los asuntos que se iban incluyendo en su día a día.

Fue un curso acelerado para reinar que contrasta con toda una vida de preparación por parte de Felipe VI, con quien ha colaborado en introducir cambios en la institución acordes con la apuesta del monarca el día de su proclamación: una monarquía renovada para un tiempo nuevo.

Un tiempo aún con muchas páginas por escribir y en las que ella será una de las protagonistas.

Leonor de Borbón aprende a ser princesa bajo la sombra del reinado

Los cinco años de reinado de Felipe VI no son la única efeméride que se conmemora mañana, 19 de junio, ya que, en paralelo, se cumple el primer lustro de Leonor de Borbón como princesa de Asturias, caracterizado por un medido y discreto proceso de formación y aprendizaje.

La princesa Leonor, que el próximo 31 de octubre cumplirá 14 años, tomó el testigo de su padre como heredero a la Corona en el mismo momento en que fue proclamado jefe del Estado.

Desde entonces, sus apariciones han sido discontinuas, aunque el pasado año marcó un punto de inflexión en su papel institucional que este año se reforzará con su estreno en Oviedo en los premios Princesa de Asturias en octubre y en los de Girona en noviembre, en su primera visita a Cataluña.

El 30 de enero de 2018, el día que su padre cumplía 50 años, éste impuso a su primogénita el Toisón de Oro en un solemne acto que tuvo lugar en el Palacio Real con la presencia de los reyes, de don Juan Carlos y de doña Sofía.

Aquel día, don Felipe le marcó el camino que deberá transitar guiada «permanentemente por la Constitución, cumpliéndola y observándola».

«Tus acciones, todas, deberán guiarse por el mayor sentido de la dignidad y la ejemplaridad, por la honestidad y la integridad, por la capacidad de renuncia y de sacrificio, por el permanente espíritu de superación y por tu entrega sin reservas a tu país y a tu pueblo», le consignó.

Siete meses después, llegó otro momento relevante en el principado, como fue su primer viaje oficial a la basílica de Covadonga (Asturias), con sus padres y su hermana, la infanta Sofía.

Como lo definió Felipe VI, fue «un día para la historia» por el simbolismo del lugar y del momento.

La puesta de largo institucional prosiguió el 31 de octubre, cuando la primogénita de los reyes, en su 13 cumpleaños, pronunció sus primeras palabras en un acto con motivo del 40 aniversario de la Constitución, cuando leyó el artículo, que reza que la forma política del Estado es la monarquía parlamentaria.

«Estaba muy nerviosa, pero lo ha hecho divinamente», comentó el rey Juan Carlos ese mismo día para enjuiciar el papel de su nieta.

Desde entonces, en siete meses y medio, la princesa solo ha vuelto a aparecer en otros dos actos oficiales: en la sesión del Congreso en la que se conmemoraron las cuatro décadas del texto constitucional y en la misa del Domingo de Resurrección en Palma.

La dosificación de sus apariciones ha sido una constante en la trayectoria de la princesa, que mañana asistirá al acto con el que se va a conmemorar el primer quinquenio de su padre en el trono.

Resuelta la incógnita de cuándo se estrenará en la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias, la duda es si pronunciará su primer discurso.

La «rehabilitación» familiar de la infanta Cristina con Urdangarin en prisión

La entrada en prisión de Iñaki Urdangarin, de la que este martes se cumple un año, ha prolongado la separación de la infanta Cristina de toda actividad institucional vinculada con la Corona, si bien, en el plano familiar, ha contado con algunos gestos de apoyo, en especial de sus padres, don Juan Carlos y doña Sofía.
La fotografía que la casa real divulgó el pasado 2 de noviembre con motivo del 80 aniversario de la reina Sofía supuso la primera vez, desde la proclamación de Felipe VI, que Cristina de Borbón aparecía en público en el Palacio de la Zarzuela, acompañada además de sus cuatro hijos.

A pesar de su absolución en el caso Nóos, no hay ninguna perspectiva de que doña Cristina pueda ser reintegrada como representante de la Corona, como sí ejerce en alguna ocasión su hermana Elena.

Ambas fueron excluidas de la familia real tras la proclamación y quedaron como miembros de la familia del rey.

Solo en actos familiares la hermana del rey ha tenido protagonismo, como cuando asistió a la misa por el 25 aniversario de la muerte de su abuelo, don Juan de Borbón, el pasado 3 de abril en el Monasterio de El Escorial (Madrid), en la que tampoco hubo saludo en público con Felipe VI.

El distanciamiento con su hermano se agravó cuando le retiró el título de duquesa de Palma en junio de 2015, después de que el juez instructor del caso Nóos, José Castro, decidiera llevarla a juicio como presunta cooperadora en dos delitos fiscales, de los que quedó absuelta.

La infanta, que la pasada semana cumplió 54 años, sigue viviendo en Ginebra, adonde se mudó en el verano de 2013, y trabajando para el área internacional de la Fundación La Caixa.

A pesar de los rumores de que el ingreso en prisión de su marido la llevaría a cambiar de domicilio, permanece en la ciudad suiza, desde donde viaja a España con frecuencia para visitarle en la cárcel y para atender sus compromisos laborales.

La previsión es que Urdangarin pueda solicitar a finales de año los primeros permisos de salida una vez que cumpla una cuarta parte de la condena.

Cristina de Borbón mantiene una buena relación con la familia de su marido, con la que pasa parte de las vacaciones de Navidad en Vitoria y en verano en Bidart (Francia).

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