«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cómo informar de un sospechoso sin hablar de él ni molestarle

Hablar del color de piel o de la religión de un terrorista es para algunos innecesario y contraproducente. ¿En todos los casos?

Por Mario Salvatorres.
Jaimito, si un tren sale de Valladolid a las 10 de la mañana y otro de Madrid sólo cinco minutos después, ¿a qué hora se cruzan teniendo en cuenta que la distancia entre ambas ciudades es de 195 km y la velocidad de ambos ferrocarriles es la misma? Lo siento profesora, pero no puedo contestarle. No podemos diferenciar entre los viajeros de una localidad y otra, pues estaríamos cayendo en una discriminación.
Pido disculpas a los lectores. Lamento haberme tomado esta licencia, pero hay veces que la realidad supera a la ficción. Tras los ataques islamistas de Barcelona se ha atravesado una nueva línea en los intentos de manipulación mediática -siempre que el terrorista hable en árabe y grite en nombre de Alá, claro está-. De otra manera, informar detalladamente de su pasado, sus influencias alemanas y hasta del color de su gato es una obligación propia de la profesión.
La cuenta @Declaracion, que dice defender los Derechos Humanos, pidió a los diferentes medios que no se hiciera público el color de piel, la orientación sexual o la religión de los sospechosos porque es «innecesario y contraproducente». Lo que no dice la plataforma es cómo explicar a los ciudadanos quiénes son aquellos que buscan matarlos y terminar con la sociedad occidental.

«Sí utilizarla en ficheros reservados para su información propia, pero para la opinión pública es contraproducente decir que se busca a una persona de esas características porque involuntariamente ejerce un efecto criminalizador sobre otras personas que no son sospechosas y que comparten alguno de estos criterios”, aseguran los responsables de la cuenta a la web Eslang.
Resulta paradójico que los mismos que se presentan como adalides de los Derechos Humanos no tengan problemas en obviar los correspondientes a las víctimas y sus familias. No existe actitud más racista que impedir informar acerca de la procedencia de una persona o de su color de piel.
Quizás desde @Declaracion apuesten por reducir la complejidad de los atentados a un problema matemático. Si A mata a B, C deberá perseguir a A. Así nadie se sentiría señalado. O tal vez sí. En estos tiempos modernos ya nunca se sabe.

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