Las regidoras intentan descristianizar la Navidad y evitan recordar el único motivo por el que se celebra: el nacimiento de Jesús.
La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, se ha vuelto a negar este año a poner en la Puerta de Alcalá un Belén para recordar el único motivo por el que celebramos la Navidad, el acontecimiento más trascendental de la Historia: el nacimiento de Jesús.
Carmena, que ha iluminado Madrid con luces que también servirían para los carnavales o para el Orgullo Gay -sin detalles que aludan a la conmemoración de la llegada al mundo del hijo de Dios hecho hombre-, ha justificado este atropello a la tradición asegurando que el Belén luminoso debajo del monumento «no está desde hace años» y «se trata de un monumento histórico y hay que evitar daños en él». ¿De verdad hace daño, señora alcaldesa? ¿Por qué ese desprecio a lo más sagrado para la mayoría de los madrileños?
Ya el año pasado, Carmena señaló que eran las fiestas «de la empatía». Todo por descristianizar la Navidad.
Por su parte, Ada Colau ha puesto en la Ciudad Condal un «Belén flotante» que ha indignado a barceloneses y turistas. «No crea entusiasmo cuando debería ser un elemento de atracción de la ciudad en Navidades», ha denunciado el líder del PP, Alberto Fernández Díaz.
Las dos regidoras, tanto que hablan de mayoría social, olvidan que -ahora sí- la mayoría de los españoles -el 70% según el CIS- profesan la fe católica y que España es una realidad histórica que no hay manera de comprender sin la huella y el papel del cristianismo.
La ovación de esta semana es para todos los que sirven a España desde el Arma de Infantería, que este viernes celebra la festividad de su patrona, la Inmaculada Concepción, conmemorando el «milagro de Empel».
Un tercio del Ejército español logró, en condiciones muy adversas, romper un cerco de los rebeldes holandeses poco después de encontrar enterrada una tabla con una imagen de la Purísima. Cinco mil españoles, condenados a su suerte en la guerra de Flandes, pusieron sus ojos en Ella y fueron rescatados.
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