Un hombre de origen magrebí fue arrestado este miércoles en Montuiri (Mallorca) tras un altercado violento en un bar. Según la Guardia Civil, el detenido, de 30 años, intimidó a los clientes y lanzó objetos al suelo tras ser reprendido por el encargado del establecimiento. Un agente fuera de servicio, al intentar calmar la situación, fue agredido y amenazado por el individuo, quien utilizó la pata rota de una silla como arma. Finalmente, el hombre fue reducido y acusado de lesiones, amenazas de muerte y daños materiales.
En otro incidente ocurrido en Santa Eulalia del Río, Ibiza, a finales de diciembre, dos jóvenes también de origen magrebí sembraron el pánico entre los vecinos. Durante la noche en el paseo de s’Alamera, los agresores intentaron apuñalar a varios residentes y lanzaron objetos como macetas y lámparas antes de huir. La tardanza de la policía en llegar al lugar, que según testigos fue de 50 minutos, generó fuertes críticas, especialmente por la falta de asistencia médica inmediata a los heridos.
Los vecinos de esta localidad han manifestado su preocupación por un grupo que, según denuncian, lleva tiempo creando un clima de inseguridad en la zona. Este episodio, junto a otros similares, subraya el creciente desafío que representa la inmigración ilegal en las Islas Baleares.
En 2024, las llegadas de inmigrantes por mar al archipiélago aumentaron un 168% en comparación con el año anterior. En total, 5.846 personas alcanzaron las costas baleares a bordo de 348 embarcaciones, un drástico incremento respecto a las 2.175 personas registradas en 2023. Este flujo migratorio masivo plantea importantes retos sociales y de seguridad en la región.