«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Adopta la visión de Blas Infante

Día de la bandera andaluza: Moreno Bonilla llega más lejos que el PSOE en 30 años

Ofrenda floral a Blas Infante en Sevilla. Eduardo Briones / Europa Press

Moreno Bonilla ha llegado más lejos que el PSOE en 30 años: habla del andaluz como lengua y se inventa un día de la bandera. Como todo nacionalismo precisa de mitos, el presidente aporta el suyo al proyecto autonomista construido sobre la visión que Blas Infante inventó de la región.

Un proyecto, por cierto, que nació viciado en el referéndum del 28 de febrero de 1980. Recordemos. La Constitución establecía requisito para constituirse en autonomía que en todas las provincias la mitad más uno del censo electoral votase a favor. No sucedió así en Almería, que obtuvo un 42,07% del voto afirmativo (119.550 síes sobre una población de 285.139 habitantes). Este imprevisto se resolvió con una sonora golfada: la reforma de la ley orgánica 2/1980, de 18 de enero, sobre Regulación de las Distintas Modalidades de Referéndum, cuyo artículo 8 se redactó de nuevo para permitir que la consulta fuera ratificada si la mitad más uno de los electores andaluces (en su conjunto y no provincia por provincia) votaran afirmativamente.

Esa fecha, la del controvertido 28 de febrero, es la que la clase política local estableció como día de Andalucía. Sin embargo, Moreno Bonilla fija otra complementaria, el 4 de diciembre, como su contribución a la historia del mito. «Conmemoremos juntos la defensa del pueblo andaluz de una autonomía plena. Creo en un andalucismo inclusivo y transversal», dijo el mes pasado.

Moreno Bonilla escoge el 4 de diciembre porque ese día de 1977 se produjeron manifestaciones en las capitales de las ocho provincias andaluzas reclamando la autonomía. Una de las pancartas más repetidas entonces llevaba como lema «autonomía plena es nacionalidad». Así, Moreno Bonilla logra que los andaluces tengan dos fechas que celebrar, una en febrero y otra en diciembre.

Habrá quien se sorprenda de que Moreno le dispute la bandera al PSOE, pero sus mítines son desde hace tiempo una marea verdiblanca en la que es difícil ver rojigualdas —en realidad, como en casi todos los 17 pepés regionales—. No fue casualidad, por tanto, que lo primero que hiciera al subir al atril en su aplastante victoria del 19 de junio fuera desplegar la blanca y verde de inspiración islámica que inventó Blas Infante con unas telas que su mujer le trajo de Marruecos.

Toda nación necesita símbolos, de modo que, si Blas Infante diseñó la bandera y escribió el himno, Moreno Bonilla se atreve incluso a hablar de un idioma propio, majadería hasta ahora al alcance de Teresa Rodríguez. «El andaluz se habla principalmente en Andalucía, Ceuta, Melilla y parte de la provincia de Badajoz. Se practica en Gibraltar y convive con el portugués en localidades colindantes con Huelva», soltó la semana pasada.

Otra de sus más recientes perlas fue decir que «hace falta un poder andaluz que influya en Madrid», es decir, el chantaje a la nación que vemos cada legislatura perpetrado por separatistas vascos y catalanes. ¿Qué diferencia tiene con el PNV quien pronuncia una frase así? De momento, la única apreciable es que en San Telmo aún no se bailan aurreskus, aunque cualquiera lo diría viendo lo firme, serio y marcial que posó Moreno Bonilla el último 5 de julio ante la estatua de Blas Infante del parlamento andaluz.

Este rapidísimo avance andalucista —que firmaría Rojas Marcos— recuerda a lo que el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, dijo de Aznar cuando llegó a la Moncloa. «He conseguido más en 14 días con Aznar que en 13 años con Felipe González». En este caso, el PP no actúa por cesión sino por voluntad propia, lo que nos recuerda que en Andalucía nunca fue necesario el Partido Andalucista por una razón: el PSOE ocupó ese espacio que ahora hereda el PP. El bipartidismo, versionado en 17 tonalidades, parasita en casi todas partes el regionalismo impulsando, si hace falta, estatutos de segunda generación.

Esta inercia autonomista permite crear mitos y perseguir verdades. Por eso, celebrar un hecho histórico trascendental como el fin de la reconquista con la toma de Granada (1492) está mal visto, mientras que la víspera del 28 de febrero (invención de apenas cuatro décadas) los niños de los colegios andaluces salen al patio a cantar el himno y ondear banderitas. Esto mismo pero con la rojigualda es considerado fascismo y adoctrinamiento. Ahora sólo nos falta saber cuánto tiempo tardará Moreno Bonilla en decir —como Feijóo de Galicia— que Andalucía es una nación sin estado.

+ en
.
Fondo newsletter