Mientras España asiste atónita a un Gobierno acosado por los escándalos de corrupción y completamente aislado en el Congreso, Pedro Sánchez sigue ampliando su red de leales dentro del Estado. El pasado 1 de marzo, Moncloa registraba un récord histórico de 1.263 asesores y personal de confianza, 62 más que en diciembre. Un fichaje cada día laborable. Una cifra sin precedentes en democracia que evidencia la estrategia del presidente: rodearse de un ejército de afines para resistir, cueste lo que cueste.
La maniobra se produce en el momento más crítico de la legislatura. Sánchez no logra sacar adelante los Presupuestos y su dependencia de socios minoritarios e inestables lo ha dejado en una posición política insostenible. Por si fuera poco, el caso Koldo continúa desgastando al PSOE y las últimas revelaciones de la Guardia Civil sobre José Luis Ábalos, exministro y figura clave del partido, han intensificado la presión sobre el Ejecutivo.
Pese al caos, Moncloa niega cualquier intención de adelantar elecciones. Pero, como adelantó The Objective, el Gobierno ya está aprovisionando material electoral. Por si acaso.
La maquinaria electoral se reactiva
Este aumento de personal eventual no es casual. Cada vez que se avecinan comicios, la estructura de asesores crece. Ya ocurrió en los meses previos a las elecciones de julio de 2023. Estos cargos, designados a dedo, no sólo asesoran, sino que controlan decisiones clave y permiten al Ejecutivo mantener el control de la agenda política y mediática.
De los 1.263 asesores, 608 están directamente en el Ministerio de Presidencia, dirigido por Félix Bolaños, hombre de máxima confianza del presidente. Es un nuevo récord y refleja el núcleo duro del poder sanchista. El segundo ministerio con más asesores es Política Territorial, que mantiene los 165 del trimestre anterior, bajo la batuta de Ángel Víctor Torres, el expresidente canario.
El caso más llamativo es el del Ministerio para la Transición Ecológica, que ha visto aumentar en nueve su plantilla de eventuales tras la llegada de Sara Aagesen. Igualdad, bajo el mando de Ana Redondo, también ha engordado su nómina de afines: ya son 17, a pesar de que el presupuesto del departamento apenas supera los 45 millones.
En contraste, otros ministerios como Exteriores o Defensa pierden efectivos. Una señal de por dónde fluye realmente el poder en este Ejecutivo: la propaganda, el control territorial y la agitación ideológica.
Más de 460 de estos asesores ocupan cargos con nivel 30, el más alto de la Administración. Traducido: sueldos superiores a los 60.000 euros, dietas, complementos y una estabilidad dorada. Muchos de ellos no son técnicos, sino personal puramente político que entra por la puerta de atrás. Desde jefes de gabinete hasta secretarias o conserjes, todos ellos dependen del padrino que los designa y caen con él si este pierde el cargo.
El caso de Koldo García es paradigmático: ex escolta de Ábalos, convertido en asesor del Ministerio de Fomento sin experiencia alguna, implicado después en una red de mordidas millonarias. O el escándalo de la niñera de Irene Montero, elevada a cargo público bajo el paraguas de “personal de confianza”. O los vínculos entre asesores y Begoña Gómez, esposa del presidente, y su hermano David Sánchez, ambos rodeados de sombras y favores.
Este modelo clientelar no tiene comparación en Europa. El Reino Unido, con más población que España, cuenta con apenas 128 asesores. Francia, con 68 millones de habitantes, gestiona el país con 356. España, mientras tanto, nada en una red de privilegios, opacidad y lealtades compradas con el dinero de todos.