El Partido Popular celebra que pueda sentarse a negociar con el PNV, un partido al que Alberto Núñez Feijoo ofreció el año pasado entrar en su hipotético gobierno con la cartera de Industria a cambio de su apoyo en la investidura. «Es mucho más fácil el apoyo del PNV. Les hemos arrebatado una excusa, la de que viene VOX», señalan.
Feijoo obligó la pasada semana a los barones territoriales a aceptar la política migratoria de Pedro Sánchez y el reparto de menas, pese a saber que esa decisión rompía los acuerdos de gobiernos con VOX.
El presidente de VOX, Santiago Abascal, anunció que su formación pasaba a la oposición en las cinco regiones en las que gobernaba con el PP (renunciaba, por tanto, a las vicepresidencias en Castilla y León, Aragón, Comunidad Valenciana y Murcia), y retiraba a los gobiernos (también en Extremadura y Baleares) su apoyo parlamentario. «Nadie nos ha votado para que continúe la invasión de inmigración ilegal y de menas», señaló.
Ahora el PP se abre a pactos con los nacionalistas vascos meses después de una campaña vasca en la que su objetivo era favorecer un Gobierno del PNV en solitario «para forzar una ruptura con el PSOE», aunque al final no le dieron los números.
Desde Génova confían en que ahora también puedan acercarse a Junts, la formación de Carles Puigdemont, un partido que en palabras del vicesecretario de Acción Institucional del PP, Esteban González Pons, «representa a un partido cuya tradición y legalidad no está en duda». El PP ya se abrió a un indulto a Puigdemont como parte de un «plan de reconciliación para Cataluña», y reconoció los contactos y las reuniones con el partido separatista tras las elecciones del 23 de julio del año pasado.