«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Consideran que la competencia desleal agrava a situación de los productos locales

El precio de la patata valenciana cae a la mitad en el campo tras multiplicar las importaciones de Egipto e Israel

Patata valenciana. Redes sociales

La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) ha advertido que los precios ofrecidos a los productores de patata se han «hundido a la mitad» en apenas tres semanas, a pesar de que las previsiones iniciales apuntaban a una campaña positiva tanto en cantidad como en calidad. Lo que empezó con buenas expectativas en los campos de la Comunidad Valenciana ha terminado convirtiéndose en una situación crítica para el sector.

Según la organización agraria, los precios que se están pagando en origen incumplen lo estipulado por la Ley de la Cadena Alimentaria y dejan a los agricultores en una situación de absoluta indefensión frente a los márgenes desproporcionados que obtienen los intermediarios. Mientras en los campos valencianos se paga a 0,20 euros el kilo, en los supermercados el mismo producto alcanza una media de 1,53 euros, multiplicando por siete su valor original.

El desplome se ha hecho especialmente evidente en las provincias de Valencia y Castellón, principales productoras de este tubérculo. Datos oficiales de la Generalidad reflejan que, entre la semana 19 (del 5 al 11 de mayo) y la semana 20 (del 12 al 18 de mayo), la cotización de la patata blanca cayó en Castellón de 0,6 a 0,45 euros por kilo, y en Valencia de 0,33 a 0,28 euros. En el caso de la patata roja de Castellón, la bajada fue aún más brusca: de 0,50 a 0,35 euros por kilo en sólo siete días.

En paralelo al desplome del precio en el campo, los lineales de las grandes superficies mantienen precios elevados. AVA-Asaja denuncia que, además de comercializar producto nacional, las principales cadenas de distribución están inundando el mercado con patatas importadas desde Egipto, Israel y Francia, lo que genera una competencia desleal que agrava la situación de los productores locales.

La organización insta tanto a los consumidores como a los comercios a priorizar la compra de patata de cercanía, que, aseguran, tiene mayor frescura, calidad y menor impacto ambiental. «Consumir patatas de proximidad no solo apoya la economía local, sino que reduce la huella de carbono y garantiza un alimento más saludable», subrayan.

No es la primera vez que se lanza una crítica abierta a la estrategia de los grandes distribuidores. Hace apenas unas semanas, desde COAG ya se acusó a los supermercados de retrasar intencionadamente la compra de patata española para forzar una caída artificial del precio en origen. La táctica consistiría en llenar las estanterías con patata importada, saturando el mercado y obligando a los agricultores locales a malvender su producción.

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