Las autoridades de Cataluña continúan su agenda separatista. Con un Gobierno de España convencido de que los regalos —económicos, políticos, judiciales— ayudan a normalizar la «situación» en Cataluña, los líderes separatistas de la Generalitat se muestran más entusiastas que nunca.
A la dimensión internacional de la que han conseguido dotar a las conversaciones con el Ejecutivo central, gracias a la mediación de un diplomático salvadoreño, la Generalitat sigue reforzando su agenda internacional con la apertura de nuevas embajadas. Esta semana, los separatistas han abierto una delegación en Corea del Sur.
El movimiento, aunque sorprendente, tiene su sentido. El objetivo del separatismo con esta apertura se centra en cooptar la región, y así sumar el próximo curso una nueva delegación en Japón. Con esta ya son más de 20 las embajadas que los líderes separatistas poseen en el exterior. Una expansión internacional que no ha hecho más que agrandarse bajo el mandato de Pedro Sánchez.
Precisamente durante la pasada semana el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, se ha desplazado a Corea del Sur, donde ha mantenido una intensa agenda de encuentros políticos y empresariales. Aragonés se ha presentado como jefe de Estado, pretendiendo difundir la mentira de que Cataluña es un país independiente ante el silencio cómplice de José Manuel Albares y todo el Gobierno central.
Este hito del separatismo, que supondrá un gasto superior a los 42 millones de euros, refuerza la agenda exterior del procés. Si en 2017 Cataluña apenas contaba con una decena de estas delegaciones y en países de nuestro entorno —Francia, Reino Unido, Irlanda, Alemania, Italia, Portugal, Dinamarca, Austria—, tan sólo cinco años después la Generalitat ha sumado Roma, México, Buenos Aires, Lisboa, Ginebra, Johannesburgo y ahora Corea.