«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
LAS CONSECUENCIAS DE LA AGENDA 2030

España servanda est

Logo de la Agenda 2030. Europa Press

Ayer un paisano del lugar me refrescaba, a la salida de Misa, una de esas frases que, necesariamente, te imponen una mueca de humildad: si quieres conocer el sentido del humor de Dios, cuéntale tus planes.

La década de los veinte se prometía feliz. En 2019, elecciones al Parlamento Europeo. Greta Thunberg campaba por la asamblea de naciones unidas; Von der Leyen, flamante presidente de la Comisión con los votos de todo el consenso progre europeo, agendista hasta las cachas, prometía la mayor movilización financiera de fondos de la historia para “transformar” la economía europea y colocarla a la cabeza del cumplimiento de los Objetivos de Demolición Social; y en España, Sánchez traicionaba a millones de sus votantes y pactaba un gobierno antinacional con la izquierda “pijoprogre” aupada en las cátedras universitarias y el golpismo separatista.

Comprometían, unos y otros, el futuro de las clases populares de España y de toda Europa, en un masivo fraude electoral consistente en engañar al votante sobre sus verdaderas intenciones. Sánchez había prometido no pactar con podemitas y separatistas. Y en las elecciones europeas nadie habló de esa mutimillonaria – en euros – Green Deal que Úrsula se sacó de la manga en poco más de dos meses. Con los votos de todo el consenso progre europeo, agendista hasta la médula.

Otoño caliente, dicen. Más bien, me parece que el otoño va a ser frío. Muy frío. Porque el agendismo ha cegado las fuentes de energía.

Ningún elector español ni europeo fue informado de que las élites pretendían coger todo el fruto de su trabajo y destinarlo a un plan preconcebido llamado Agenda 2030 que consiste, en resumen, en privarle de su capacidad de decisión, con la excusa de unas cuantas buenas palabras.

Quieren someterlo todo. Una nueva economía. Una nueva gobernanza. Una nueva normalidad. Una nueva sociedad. Un nuevo hombre.

Un anillo para gobernarlos a todos, alumbró Tolkien.

Invierno crudo, dicen. Más bien, invierno helado.

Sucede que la década que se anunciaba de esplendor, de desarrollo, sostenibilidad, inclusividad, y agenda, se va a convertir en una década de dolor, miseria, paro, guerra y ruina para las clases medias europeas.

Todo lo que habían planeado no duró ni seis meses. Su Green Deal, su agendismo, su Europa resiliente e inclusiva. Primero, un virus global que puso en jaque las cadenas internacionales de suministro y despertó a gran parte de la opinión pública europea que ha advertido su debilidad e incapacidad de hacer frente a los retos económicos y energéticos. Segundo, la emergencia energética provocada por el fanatismo climático; en fin, la guerra, en Europa.

A ellos, las élites, les da igual. Advertido su fracaso, quisieron acelerar el proceso. Desde Davos, insuflan aire: divulgan, con el apoyo de China, su capitalismo de partes interesadas y la nueva gobernanza, mundial y nacional. Los gobiernos se esconden en comités paritarios, comisiones mixtas, procesos de participación abiertos a oenegés, asociaciones multiparte y organizaciones internacionales que no representan más que intereses de parte y no responden ante los españoles.

Democracia delenda est, es el oculto lema del agendismo globalista. Con el voto del consenso progre europeo, agendista hasta el corvejón.

Es preciso por ello que la respuesta al agendismo globalista, al diseño y programación de esas falsas élites, a su planificación, venga dada por el pueblo soberano.

La respuesta pasa por que las clases populares, medias y trabajadoras, exijan las responsabilidades a esas oligarquías que dirigen la nave hacia el abismo.

Es imperativo que cambiemos el rumbo, imponiendo realidad, y con la voluntad libremente exteriorizada. Democracia servanda est, hemos de reclamar. El demos, el pueblo, la nación, decide ser y defenderse. Con toda las fuerzas y medios a su disposición.

Su poder, el de los programadores de miseria, se basa en la capacidad que tienen de eludir la voz del pueblo español soberano. Han ejecutado invariablemente una política inmigratoria que lleva al desmoronamiento de nuestro estado del bienestar y que pone en riesgo la seguridad en las calles y la identidad de nuestras comunidades nacionales, sin asentimiento del pueblo soberano.

Trituran desde la planificación la vitalidad de nuestras empresas y productores; han cegado las fuentes de energía y rendido la producción a la competencia del extranjero.

Agricultura, ganadería, pesca, industria, han sido moneda de cambio de esas élites en sus acuerdos y compromisos internacionales sin preguntar a los españoles. Bajo la idea de desarrollo sostenible, caminan hacia el desmoronamiento de la capacidad productiva de nuestro agro e industria para convertir África, y Asia, y América central y del sur, en el granero, la fábrica y la nursería de Europa.

Democracia delenda est, repiten las élites. Creen que no podemos gobernarnos a nosotros mismos, que no somos capaces ni merecedores de ello. Pan y vacunas a cambio de ideología de género en toda la política de ayuda al desarrollo promovida desde Bruselas. Y educación para la infecundidad. Sin explicar las consecuencias ni preguntarnos nada.

O decidimos nosotros, teniendo en cuenta nuestras necesidades e intereses, o seremos barridos por el polvo del desierto intelectual que es el agendismo.

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