Comín, ex del PSC, está convencido de que España «acabará ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos»; Ponsatí, que se traba hablando español, ha hecho autocrítica; completan el grupo Serret y el bailarín Puig y Gordi
Se acaban de cumplir dos meses desde la huída de Puigdemont y varios de sus exconsellers a tierras belgas. La prensa, sin embargo, ha puesto el foco mediático únicamente sobre el primero, ignorando en muchos casos la presencia de Toni Comín, Clara Ponsatí, Meritxell Serret y Lluís Puig. Veamos quiénes son los ex consellers fugados de la Justicia española.
Clara Ponsatí, políglota pero con dificultades para hablar español
Doctora en Economía y ha sido profesora de la Universidad de Minnesota, así como del Instituto de Análisis Económico del CSIC, del que llegó a ser directora entre 2006 y 2012. También ha dado clases en las universidades de Toronto, San Diego y Georgetown.
En 2013 denunció que el Ministerio de Educación no renovó su puesto como profesora visitante de la cátedra Príncipe de Asturias en la Universidad de Georgetown por su posición favorable a la secesión. El entonces ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, aseguró que una cátedra en el extranjero no debe servir “de base para alentar procesos secesionistas contrarios a la Constitución (…) mientras yo sea ministro no ocurrirá en ninguna embajada española”.
Desde enero de 2016 era directora de la Escuela de Economía y Finanzas de la Universidad de Saint Andrews (Escocia) y a mitad de año se integró en la ANC, de la que es parte del «secretariado nacional».
Es en julio de 2017 cuando asume la Consejería de Enseñanza de la Generalidad de Cataluña, justo en el momento culminante del procés. Así, desde el 7 de septiembre se encuentra investigada por la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por presuntos delitos de prevaricación, desobediencia al Tribunal Constitucional y malversación de caudales públicos, tras firmar el Decreto autonómico para convocar un referéndum de autodeterminación ilegal, junto con los demás miembros del Gobierno autonómico. En octubre de 2017 huye a Bélgica. Desde allí reconocería que “el Govern no estaba suficientemente preparado para aplicar la independencia” y que no esperaban que la respuesta del Estado fuera tan “contundente y autoritaria”.
Durante el poco tiempo que estuvo al frente de la consejería, Ponsatí protagonizó un incidente idiomático: se quedó en blanco al hablar español.
Antoni Comín, del PSC al separatismo
Hijo de un histórico líder izquierdista catalán, Toni Comín se licenció en filosofía y ciencias políticas, ha sido profesor de ciencias sociales en ESADE (URL), miembro de la Fundación Alfonso Comín y del Centro de Estudios Cristianismo y Justicia. Es homosexual y padre adoptivo de una niña.
Antes de su incursión en la actividad política colaboró con la edición catalana de El Mundo y en tertulias de la radio catalana RAC 1. En 2003 fue elegido diputado por el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC), puesto que renovó en 2006. Cinco años después, en 2011, se hizo militante del partido. No duraría mucho: en 2014 anunció su baja del partido. Hacía dos años que el procés había aparecido en escena y Comín, como antes otros muchos socialistas, se ha convirtieron a la nueva fe ‘indepe’. En 2015 ya se presentó a las elecciones, pero con Junts Pel Sí. En enero de 2016 Puigdemont lo nombró consejero de Salud. Apenas llevaba unos meses en el cargo cuando huyó a Bélgica.
«Al final del proceso está la justicia internacional. El caso puede acabar en los tribunales europeos y España, ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), ha perdido casos importantísimos», consideraba Comín en una entrevista reciente.
Meritxell Serret, defensora «de la democracia y las personas»
Es politóloga, cuanta 43 años y apenas llevaba nueve meses de consejera de Agricultura cuando la aplicación del Artículo 155 la cesó de su cargo.
Durante ocho años ha estado vinculada al sindicato agrario Unió de Pagesos, tradicionalmente vinculado al separatismo. En 2007 y hasta que fue llamada por Puigdemont fue concejal independiente en el Ayuntamiento de Vallfogona de Balaguer por Esquerra Republicana de Cataluña.
Como la también huída Ponsatí, es miembro del secretariado nacional de la Asamblea Nacional Catalana. En enero de 2016 fue nombrada Consejera de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Generalidad de Catalunya.
Desde el 7 de septiembre se encuentra investigada por la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por presuntos delitos de prevaricación, desobediencia al Tribunal Constitucional y malversación de caudales públicos, tras firmar el Decreto autonómico para convocar un referéndum de autodeterminación, junto con los demás miembros del Gobierno autonómico. Y desde el 3 de octubre se encuentra huída de la Justicia española.
Antes de que se conociera que no se reeditaría la coalición Junts Pel Sí, Serret clamó por la unidad del separatismo desde Bélgica: «Por favor, unámonos todos y hagamos tanta fuerza como podamos juntos y no perdamos nunca la ilusión». Y añadió: «Lo que estamos haciendo para el país vale mucho la pena y ahora más que nunca defendamos la democracia, defendamos a las personas«.
Lluís Puig y Gordi, un bailarín en el ‘exilio’
Lluís Puig y Gordi es bailarín y en su juventud llegó incluso a ganar el Premio Nacional de Danza. Fue director artístico del Mercado de Música Viva de Vic y director de la Fira Mediterránea.
Ha escrito diversos libros sobre la cultura popular catalana y según se desprende de su carrículim «posee estudios musicales, de danza, de producción audiovisual y de Humanidades por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)». Entre los libros que ha publicado se encuentran «Terregada, apunts sobre folklore de Terrassa», «Crònica i Calendari de Dansa Tradicional», «Danses de la Terra de la Biblioteca Joan Amades», «Calendari de danses tradicional catalanes» o «Les festes a Catalunya».
Sols amb cultura, civisme i un somriure ens en sortirem. Potser avui hem començat a guanyar pic.twitter.com/S6KV30grRr
— Lluís Puig i Gordi (@PuigGordi) 20 de septiembre de 2017
En 2011 fue nombrado director general de Cultura Popular dentro del departamento de Cultura, cargo que mantuvo hasta su nombramiento como consejero de Cultura en sustitución de Santi Vila, a quien el pasado verano se le encomendó tomar las riendas de la consejería de Empresa. Sólo habían pasado tres meses en su puesto cuando se marchó a Bélgica huyendo de la Justicia.
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