Juana Rivas, la vecina de Maracena (Granada) que estaba ilocalizable desde que el 26 de julio incumplió la orden de entrega de sus hijos a su padre italiano, se ha presentado hoy en los juzgados de Granada.
La madre ha llegado pasadas las 11.00 horas a la sede judicial de La Caleta, donde se han congregado al menos un centenar de personas para apoyar a la mujer, que hasta ahora se ha negado a restituir al padre a sus dos hijos, de 3 y 11 años.
El Juzgado de Instrucción 2 de Granada decretó la vigente orden de detención y presentación en sede judicial que pesa sobre Juana Rivas después de que el pasado 8 de agosto, cuando las partes estaban citadas, la mujer no compareciera en este órgano que lleva la causa por la vía penal.
Rivas tampoco acudió ayer a otra citación judicial que tenía por la vía civil, en el Juzgado de Primera Instancia 3, para decidir medidas de protección sobre los menores solicitadas para el padre, Francesco Arcuri.
En la vista de ayer, la titular del Juzgado de Primera Instancia número 3 de Granada acordó la retirada del pasaporte de los dos niños así como la prohibición de su salida del territorio Schengen, sin autorización del padre o sin permiso judicial.
La versión de Francesco
Mucho menos escuchada y difundida, la versión sobre el asunto que ofrece el padre de los niños, Francesco Arcuri, difiere, como era de esperar, de la de Juana.
Tomando como referencia la descripción que de Arcuri hace un columnista del diario El Mundo, se sabe de este genovés de 50 años que no ve a sus hijos desde hace más de un año y que trabaja como responsable de un hotel rural en la Isla de San Pietro.
Allí vivieron, hasta mayo de 2016, Juana y sus hijos. Entonces la mujer se fue a pasar unos días en España, y hasta hoy.
Siempre según el testimonio del propio Arcuri, Juana y él se conocieron en Londres en 2005 y poco después nació su primer hijo, Gabriel. Llegamos así a 2009, la primera denuncia: Juana, Gabriel y Arcuri vivían en Granada. Una mañana, después de que Juana “llegara a casa después de una noche de farra”, discutieron. Insultos y golpes de Juana contra el ordenador y los auriculares de su pareja. Él trata de coger los auriculares y daña a Juana en la mano. Ella va al médico y, tras ser tratada de una lesión leve, presenta una denuncia contra Francesco.
Esa tarde, cuando Francesco pasea al niño -él se encargaba de la crianza del niño y Juana regentaba una tienda- el hombre es detenido. Tras pasar una noche en el calabozo y quedar en libertad con cargos y con una orden de alejamiento de Juana, se encuentra sin poder ver a su hijo. Francesco explica que prefirió “evitar el juicio y aceptar una condena de tres meses y un año de alejamiento” para ver al pequeño.