La central nuclear de Cofrentes, ubicada en la Comunidad Valenciana y gestionada por Iberdrola, se encuentra en la cuenta atrás para su cierre programado, previsto para noviembre de 2030. Será una de las últimas instalaciones en apagarse según el calendario escalonado del Gobierno, justo después de la clausura de una de las unidades de Ascó en octubre de ese mismo año. A pesar de que aún restan seis años para el fin de sus operaciones, ya se están levantando voces en la región para advertir sobre las consecuencias económicas y energéticas que podría acarrear este cierre, especialmente coincidiendo con la conmemoración de los 40 años de operación de la planta.
Desde la propia central, han querido resaltar algunos datos clave con motivo de su aniversario. Cofrentes es responsable del 45% de la energía generada en la Comunidad Valenciana, lo que equivale a algo más del 3% de la producción eléctrica nacional, suficiente para cubrir el consumo de más de dos millones de hogares en España. Además, desde su conexión a la red en 1985, la planta ha estado en funcionamiento durante 310.000 horas, generando un total acumulado de 300.000 GWh, según ha adelantado el diario LibreMercado.
El impacto de Cofrentes no es sólo energético, sino también económico. La planta proporciona 1.000 empleos directos, junto con 1.000 empleos indirectos, y durante las recargas de combustible bianuales se contratan aproximadamente 1.300 trabajadores adicionales. Estos datos subrayan la importancia de la central para el desarrollo de la economía local.
La empresa propietaria también ha destacado que Cofrentes es una de las plantas nucleares más fiables de su tipo a nivel mundial, con un factor de disponibilidad cercano al 90%. Iberdrola asegura que se llevan a cabo inversiones continuas para modernizar y actualizar la instalación, lo que no solo garantiza la estabilidad de la red eléctrica, sino que también promueve el empleo en la región. Además, la compañía compara a Cofrentes con sus «centrales gemelas» en Estados Unidos, como la planta Grand Gulf 1 en Misisipi, que ha obtenido una licencia de operación hasta 2044, o River Bend 1, con permiso para operar hasta 2045.
En este contexto, el presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, ha solicitado que el Gobierno central reconsidere su plan de cierre de centrales nucleares. Durante un reciente acto en Madrid, Mazón expresó su desacuerdo con el apagado previsto para 2030 y criticó la política energética del Ejecutivo. Se definió como un «independentista energético», abogando por la autosuficiencia energética y advirtiendo que el cierre de Cofrentes podría provocar un aumento de los precios de la electricidad y del agua. También alertó sobre la dependencia energética de países como Rusia y Argelia, lo que, en su opinión, representa un riesgo para el futuro energético de España.
Mazón aprovechó para subrayar que la energía nuclear, antaño muy criticada, ha demostrado ser «limpia» y esencial para el equilibrio del sistema eléctrico nacional. Argumentó que los plazos y las condiciones de cierre de las centrales nucleares en España no son sostenibles y que la transición debe gestionarse de manera que no se comprometa la estabilidad energética del país.