España, la nación histórica mÔs antigua de Europa, estÔ dispuesta a frenar y a vencer -aun con complejos y debilidades- toda insurrección golpista que amenace su integridad nacional.
El expresidente catalĆ”n CarlesĀ PuigdemontĀ ha reconocido que el proceso separatista Ā«ha terminadoĀ» y Ā«ha caducadoĀ» y que sus correligionarios le han Ā«sacrificadoĀ» como candidato despuĆ©s de que el Ā«plan de MoncloaĀ» haya Ā«triunfadoĀ», segĆŗn unos mensajes de móvil enviadosĀ al diputado de ERC Toni ComĆn, uno de los fugados en BĆ©lgica, poco despuĆ©s de que el presidente del Parlament, Roger Torrent, aplazara el debate de investidura.
Los mensajes han sido celebrados por el PP, que ve como su estrategia -o falta de estrategia- ha desembocado en el fracaso de Puigdemont. «Todo ha sido gracias a un gobierno que ahora a través del 161, de la misma forma que hizo con el 155, esta combatiendo el independentismo», ha señalado el portavoz de la formación en el Congreso, Rafael Hernando.
DespuĆ©s de permitir el referĆ©ndum ilegal del 1 de octubre, el Ejecutivo liderado por MarianoĀ Rajoy aplicó una versión light del artĆculo 155 de la ConstituciónĀ una vez consumado el golpe en el Parlament el 27 de ese mismo mes con la Declaración Unilateral de Independencia -que luego el separatismo reconoció que era simbólica y polĆtica- y la consecuente salida masiva de empresas y amenaza de quiebra económica.
Lo hizo tras el memorable discurso del Rey Felipe VI el 3 de octubre en el que denunció la Ā«deslealtad inadmisibleĀ» de los dirigentes separatistas, a los que acusó de haber Ā«quebrantado los principios democrĆ”ticos de todo Estado de DerechoĀ» y de haber Ā«socavado la armonĆa y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando desgraciadamente a dividirlaĀ», y dijo que eraĀ Ā«responsabilidad de los legĆtimos poderes del Estado asegurar el orden constitucionalĀ«. TambiĆ©n tras la histórica y luminosa jornada en Barcelona el 8 de octubre, dĆa en el que los espaƱoles silenciados salieron en masa -mĆ”s de un millón de personas-Ā tras tantas humillaciones y para exigirĀ el fin de la impunidad del delito. Ā«Puigdemont, a prisiónĀ», gritaron los asistentes.
El Ćŗnico objetivo de Rajoy, que nunca quiso aplicar el artĆculo 155 y asĆ lo reconoció en muchas ocasiones, era destituir al Govern insurrecto y convocar inmediatamente elecciones autonómicas.Ā En los comicios del 21 de diciembre, pese a la histórica victoria de Ciudadanos, el separatismo mantuvo la mayorĆa absoluta -con la CUP, partido que llama a la desobediencia para hacer efectiva la repĆŗblica catalana, como pieza clave para la investidura de un presidente secesionista-. El PP logró apenas cuatro escaƱos de los 135 que habĆa en juego, su peor resultado histórico.
El Ejecutivo tomó la decisión tras la presión de la calle y una vez que el golpe se hizo insoportable, pero sin la firmeza que requerĆa. Impulsó una versión light del 155, pues no se atrevió por exigencia del PSOE a tocar TV3. Esta decisión fue censurada, entre otros, por el exdirigente socialista Alfonso Guerra.Ā La cadena pĆŗblicaĀ continua siendo hoy un instrumento de propagación de la insurrección y de odio a EspaƱa. Sin ir mĆ”s lejos, este jueves en el informativo la dirección de la cadena solo decidió emitir testimonios de ciudadanos que aseguraban que son Ā«un pueblo oprimidoĀ» y Ā«sometido por el reino de EspaƱaĀ».
Tampoco afectó a la educación, que sigue en manos del separatismo. En las últimas semanas, hemos visto a niños pintando lazos amarillos en solidaridad con los exconsejeros golpistas en prisión preventiva y gritando «Llibertat» en patios de colegio. Hasta el Defensor del Pueblo, Francisco FernÔndez MarugÔn, ha instado al Ejecutivo a acentuar su actividad inspectora y supervisora en Cataluña dada «la falta de neutralidad y politización por parte de las autoridades públicas».
Cona todo, EspaƱa ha parado el golpe. Ha provocado la fractura en el separatismo, cuya Ćŗltima evidencia es precisamente la declaración de Puigdemont en la que recuerda las palabras del portavoz de ERC en el Congreso, Joan TardĆ”, en las que avanza que habrĆa que Ā«sacrificarleĀ». Por algo el vicepresidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), AgustĆ Alcoberro, llamó el martes a la unidad y afirmó que no permitirĆ”n que haya Ā«enfrentamientos fratricidasĀ».
AdemÔs, los procesos judiciales abiertos -que mantienen al exvicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, al exconsejero de Interior, Joaquim Forn, a Jordi SÔnchez y a Jordi Cuixart en prisión preventiva- demuestran que el Estado de Derecho funciona y que España, la nación histórica mÔs antigua de Europa, estÔ dispuesta a frenar y a vencer -aun con complejos y debilidades- toda insurrección golpista que amenace su integridad nacional.
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