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EL PLAN ES LA PRÓXIMA GENERACIÓN

La izquierda sabe que la implantación del chavismo en España pasa por las aulas

Niños andan en fila por el pasillo de su colegio. Europa Press

Nadie escarmienta en cabeza ajena, viejo adagio hispano del cual nuestras abuelas hicieron mantra de paciencia. Ver a alguno de sus hijos o nietos repitiendo las mismas acciones que a algún otro de sus hijos les costó caro, siempre causa gran angustia en quien observa con la sabiduría del que ya lo vivió. Y no se es sabio por saber sino por vivir, a fin de cuentas.

Por esa razón cuando vemos a la Venezuela donde nacimos, desde este exilio, vemos el ejemplo de lo que no nos gustaría ver en otros países. Sobre todo cuando esos países caminan sin saberlo hacia el mal destino de la opresión de la sociedad a través del control del poder que preparan las fuerzas del mal, es decir: el socialismo del siglo XXI.

No es sabiduría del que se cultivó, sino del que vivió. Es la misma sabiduría vital que nos ofrecían los cubanos a los venezolanos cuando en 1998 se veía irremediable la llegada de Chávez al poder a través de unas anodinas elecciones con el sistema político de entonces absolutamente agotado. Y la respuesta se hizo leyenda: tranquilos, Venezuela no es Cuba.

Hoy repiten la legendaria respuesta, con el mismo predicado pero cambiando el sujeto: Perú no es Venezuela. México no es Venezuela. Chile no es Venezuela.  Y claro está: España no es Venezuela. Por supuesto que no.

Aprendiendo en cabeza ajena.

Lo que esta ocurriendo con la educación en España es una muestra ostensible del nivel al que ha escalado ya la guerra por el control de la sociedad. Quienes temen siempre a que se revivan los fantasmas de la guerra fratricida española del siglo XX, deberían advertir que la guerra ya empezó y se libra en las aulas de todo el país. Y en todos los niveles de educación, desde el preescolar hasta las universidad.

Porque se han fijado como objetivo llegar al poder pero también mantenerse. Y la única forma de lograrlo es con ciudadanos que renuncien a su ciudadanía, a sus derechos y a sus deberes. Algunos estarían dispuestos, a las primeras de cambio y por mero partidismo, a darle paso a las fichas del mal en el siguiente evento electoral alegando que se requiere un cambio o evitar una tragedia o permitir tal o cual reforma. Por supuesto que ese ciudadano, al ver conculcados sus derechos, se resistirá y hará caer al Gobierno, sea desde la opinión pública, desde la calle o incluso alzándose en armas o llamando a los hombres de armas a intervenir. ¿Para qué contar historias que ya sabemos?

Pero esto lo sabe ese constructo derivado que es el socialismo del siglo XXI. Porque ese constructo no es más que la suma de saberes vitales de esa izquierda a lo largo de toda Iberoamérica, que se ha ido perfeccionando año a año y corregida en sus distintas acciones en función de los resultados. Para eso sirven sus centros de análisis financiados incluso por Gobiernos afines o por ayudas de los fondos públicos europeos, que obtienen disfrazándose de fundaciones o incluso de cátedras libres en connotadas universidades. No se diga ya el Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla o esa caja centrifugadora de recomendaciones malignas creada con dinero chavista llamada CEPS.

¿Qué concluyen todos, después de la revisión de lo hecho desde el núcleo ideológico y práctico que es el castrismo? Cosas de las cuales tomar nota y combatir:

No podemos llegar al poder por las armas, pues ganar legitimidad después del golpismo o la guerra de guerrillas, ya no es posible en el mundo de hoy. Por eso, Daniel Ortega no logró mantener la captura del poder y debió replegarse en 1990.

-Siendo así, hay que llegar al poder por la vía electoral, aunque eso signifique la política del “frente amplio” o la “unidad popular” e inclusive la negación de sí mismos para lograr el favor del electorado. Por eso, Daniel Ortega se quitó el uniforme y regresó al poder en 2006, tras haber aprendido el truco. Y sigue ahí.

-Para capturar el poder sin discusiones, hay que capturar las mentes de la sociedad. Por eso, no bastan las victorias electorales: hay que asegurarlas de forma indiscutible. Fraude electoral, prohibición de partidos, infiltración de opositores para llevarlos a posiciones donde resultan derrotados o incluso la creación de una oposición a la medida que responda a las necesidades del sistema.

-Para que no pase lo de Allende, expelido del poder por un movimiento militar que fue pedido a gritos por una buena parte de la sociedad hartada de la deriva. ¿Cómo hacer para que la sociedad no reclame y se someta al control total del poder? Pues hay que crear una nueva sociedad, a través de la educación. Es la tesis del “hombre nuevo” que no se enfrentará al sistema ni se sumará a combatirlo, habiendo sido adoctrinado en las leyes fundamentales del socialismo del siglo XXI, con toda la monserga necesaria y repetida como mantra en cada clase y convertidas en dogmas de fe.

-Premisas básicas de la acción de los personajes: que no nos tumben como a Allende, que no se nos expulse y persiga como a Evo, Zelaya, Humala y Correa, que si se nos expulsa podamos construir con engaño, medios, campaña de aliados y todo lo demás, el camino del necesario regreso como Lula o como Zelaya a través de su esposa o Evo a través de Arce.

Que el maquillaje no apague las ganas de seguir en el poder. Y claro está, que nos crean. Sobre la muerte, pues es difícil que no nos sorprenda, les diría Chávez desde el infierno.

El plan avanza sin detenerse

Lo que hacía el podemita de clóset Castells desde el ministerio de universidades hasta que renunció, ya era grave. Pero no era lo peor ni lo más grave, era solo la avanzadilla. Prueba de ello está en los sucesivos escándalos que hemos visto alrededor del tema educativo: los libros de texto imponiendo el relato de la historia que le conviene a la izquierda, el cambio de las referencias de mérito para aprobar, el bombardeo inclemente contra el castellano y contra España en Cataluña y otras comunidades autónomas, el cambio de criterio para la obtención de becas sin asociarse al rendimiento del estudiante, etc.

Todo es lo mismo: es la construcción el hombre nuevo. Porque el plan no es la próxima elección, sino la próxima generación. Con Sánchez o sin él. Con Podemos o con otra agrupación. Con o sin PSOE. Con estos actores o con otros, el plan avanza y se juega al largo plazo.

El objetivo es uno solo: lograr a través de la educación la construcción del votante que el chavismo español necesita. Con esto, quizás ni siquiera será necesario el fraude electoral: ya el fraude educativo le habrá allanado el camino.

Y a todas estas ¿Alguien sabe qué se esta enseñando en las escuelas de formación de las Fuerzas Armadas españolas? Si alguien sabe, que lo diga. Aunque creo que no sorprendería constatar lo que ya creo que sé. Cosas del que sabe por viejo y no por diablo.

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