En un análisis comparativo entre dos informes de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), correspondientes a las primaveras de 2016 y 2024, se revela una discrepancia notable en la manera en que se han presentado los datos climáticos —en concreto, la temperatura media—, lo que genera preocupaciones sobre la transparencia y la objetividad en la divulgación de información por parte de un organismo del Estado.
En la primavera de 2016, según el informe de la AEMET, la temperatura media fue de 13,1 ºC, situándose 0,5 ºC por debajo de la media estacional. Este periodo se catalogó como frío, siendo la vigésimo tercera primavera más fría desde 1965 y una de las más frescas del siglo XXI. Las precipitaciones fueron significativamente elevadas, alcanzando un 34% por encima de la media trimestral, lo que indicaba un periodo húmedo y frío.
En contraste, la primavera de 2024 fue descrita como cálida en el conjunto del país, con una temperatura media similar a la de 2016. Este periodo se posicionó como el octavo más cálido del siglo XXI y décimo desde 1961. Sin embargo, se podría haber utilizado el mismo enfoque que en 2016 para destacar que entraba en el top 15 de primaveras más frescas de los últimos 60 años. Aunque las precipitaciones se mantuvieron en valores normales, se mencionaron desigualdades geográficas durante la estación.
El contraste entre ambos informes plantea interrogantes sobre la consistencia en la presentación de los datos climáticos por parte de la AEMET y, por extensión, del Gobierno español. La aparente manipulación de la información climática podría estar destinada a crear percepciones sesgadas y a generar temor innecesario entre la población respecto a los cambios climáticos y sus posibles consecuencias. Prueba de ello son las constantes llamadas a la sostenibilidad que se hacen desde la izquierda pese a que ni existen pruebas definitivas de que la implicación de un país como España perjudique a la capa de ozono ni se están viviendo temperaturas diferentes a las de los últimos años.
«Cambiar la narrativa climática según convenga políticamente es un desafortunado ejemplo de cómo se maneja la información pública», critica un analista ambiental independiente. «Presentar una primavera con temperaturas similares como fría en un año y cálida en otro puede confundir a la ciudadanía y minar la confianza en las instituciones».
La falta de transparencia en la comunicación de los datos climáticos también sugiere una posible agenda política (Agenda 2030) detrás de los informes, lo cual es preocupante en un contexto global donde la gestión adecuada de los fenómenos climáticos es crucial para la planificación y la seguridad pública.